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Hay teletrabajadores que se están yendo a otro país a vivir. Y lo hacen sin decirle nada a sus jefes

A Daniel no le gustan las videollamadas con su jefe. Le pillan a deshoras y además tiene que fingir que está donde no está. Porque no vive en Birmingham, como cree su empresa. Vive en Chiangmai, Tailandia, a 9.000 km de distancia. No es el único: más y más trabajadores se están mudando a otra ciudad o incluso a otro país, pero sin decirle nada a sus jefes.

Llueve en Birmingham. Como explicaban en Vice, Daniel sufre algo de estrés porque igual su empresa descubre su secreto. La diferencia horaria es un problema, pero también lo son las videollamadas que pueden producirse cuando en Tailandia hay una tormenta tropical (algo difícil en Reino Unido). Daniel ha ido aprendiendo trucos sobre la marcha: por ejemplo, consultar el tiempo que hace en Birmingham antes de las videollamadas por si el tema sale en la conversación.

Empleados que no quieren (ni pueden) volver a la oficina. El fin de la pandemia está muy cerca —así lo afirman en la OMS— y muchas empresas que habían dejado que sus empleados teletrabajaran quieren que ahora vuelvan a las oficinas, al menos parte del tiempo. Muchos empleados no quieren hacerlo, algo que ha generado fenómenos como la Gran Renuncia, pero es que otros simplemente no pueden porque se han mudado sin decir nada.

Si te mudas, te pago menos. Una de las razones de ocultarlo puede estar en el hecho de que las empresas que validaron ese modelo de trabajo avisaron: te pagaré según desde dónde trabajes. A algunas empresas eso les da igual, pero está claro que para los empleados puede ser un problema: se están ahorrando un buen dinero gracias a no tener que ir a la oficina, pero es que además la vida puede ser mucho más barata (y mejor) en otras ciudades y países, así que se están mudando en secreto.

Mi jefe no sabe dónde estoy. Una encuesta de la empresa de recursos humanos Topia reveló que el 40% de los directivos de ese segmento se habían enterado recientemente que varios de sus empleados estaban trabajando fuera de su región o de su país. No solo eso: antes el 60% de los jefes se sentían «muy seguros» a la hora de saber dónde estaban la mayoría de sus empleados el año pasado. Ahora esa cifra ha bajado al 46%.

Yo trabajo donde me da la gana. El mismo estudio revelaba que el 66% de los 1.500 trabajadores encuestados no dijo nada al departamento de recursos humanos sobre los días que trabajaban fuera del estado o país. Pero es que además el 94% creían que deberían poder trabajar desde donde quisieran mientras cumplieran con su trabajo.

Trabajar fuera en secreto cuesta. Otro trabajador contaba cómo engañó a su empresa diciendo que se mudaba a un estado de los Estados Unidos cuando en realidad vivía en Italia. Para evitar ser pilaldo usó una serie de VPNs y de entornos virtuales para ocultar su localización. Las videollamadas también eran un problema, pero ahora que mucha gente simplemente apaga la webcam la cosa es más fácil para él.

Implicaciones para las empresas. Aunque los jefes hablan de que ir a la oficina es importante para la productividad o para mejorar la camaradería en el equipo, lo cierto es que esas ausencias pueden tener implicaciones fiscales para la empresa.

Ande yo caliente. Mientras, Daniel, que sigue en Tailandia sin decir nada a sus jefes y afirma que hay mucha gente como él allí. La mayoría explica, tampoco han dicho nada a sus empresas, pero cree que esto no debería ser así y que uno debería poder trabajar donde quiera mientras cumpla con sus objetivos: «no veo nada malo en ello para ser honesto, y creo que todo el mundo debería hacerlo. No veo el problema en absoluto».