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La supergravedad en las supertierras: lo difícil no sólo es llegar, sino salir de ellas

Salir de la Tierra supone un riesgo importante cuando se trata de misiones tripuladas, pero aún así quizás debamos dar gracias de que en realidad sea «fácil» y de que lo hagamos con relativa frecuencia. Esa «suerte» se debe a que la gravedad terrestre es mucho menor que la de otro planetas, y de hecho según parece las supertierras tienen tal gravedad que sus posibles habitantes podrían quedar atrapados por la misma.

Las supertierras son planetas con una masa entre una y diez veces la de la Tierra que suelen estar cercanos a la estrella que orbitan (lo cual no suele ocurrir en planetas de esas dimensiones). Hablamos de dos de ellas hace unos meses y lo primero que solemos preguntarnos al descubrirse una es si sería habitable, pero otra duda que surge es si habiendo habitantes éstos podrían salir a explorar el espacio como nosotros, y parece que esto sería lo complicado.

Un cohete descomunal y nada de televisión por satélite

Con una gravedad como la que se estima para estos planetas salir de su atmósfera sería, sencillamente, muy, muy caro. Explica el investigador Michael Hippke en su estudio que las civilizaciones en estas supertierras «no tendrían ni televisión por satélite, misiones lunares o un telescopio Hubble», aludiendo a esta supergravedad que se calcula que tienen, como recogen en Space.

Como ejemplo ponen el lanzamiento una misión lunar Apolo, que en una supertierra diez veces más masiva que la nuestra necesitaría tener una masa de 440.000 toneladas debido a la necesidad de combustible. Teniendo en cuenta que el depósito del Saturno V, el cohete para estas misiones, pesaba (lleno) en el momento del despegue 2.700 toneladas, cabe pensar que el cohete necesario sería considerablemente más grande, de hecho esas 440.000 toneladas se acercan a la masa de la pirámide de Giza, como explican en Space.com donde se hacen eco del estudio.

La gran cantidad de combustible sería necesaria para alcanzar la velocidad 2,4 veces mayor que se necesita en la Tierra para salir de la misma (la velocidad de escape en la Tierra es de 11 kilómetros/segundo). Siguiendo el símil de antes, si lo que quisiésemos es lanzar el telescopio espacial James Webb con un cohete Falcon Heavy desde esa supertierra (que se corresponde con las medidas de Kepler-20b) se necesitarían 60.600 toneladas de combustible, una masa equivalente a un navío de guerra.

Una supergravedad complicaría la exploración espacial, pero sería beneficiosa para proteger de las radiaciones espaciales

De ahí que la idea que se plantee sea que los supuestos habitantes de las supertierras (¿superterrícolas?) lo tendrían muy difícil para iniciar una exploración espacial como la nuestra, aunque una de las ventajas de tener ese extra de gravedad es que serían planetas «superhabitables», dado que la atmósfera debería ser más densa y por tanto resguardar mejor de la radiación cósmica.

Quizás no puedan salir, pero por si acaso…

Con lo grande que es el universo no hay que descartar nada, pero parece que este aspecto sería un verdadero limitante de la exploración espacial tal cual la conocemos suponiendo que esos planetas están ya habitados o llegan a estarlo. Pero la importancia de estos estudios es conocer mejor las condiciones de estos planetas casi más en miras de esa posible habitabilidad, aunque se encuentre a más de diez años luz como Ross-128b (lo cual es relativamente cerca).

No obstante, la creencia de que existen se mantiene, ya sea por teorías más o menos locas o por «visitas» como la de Oumuamua, llegándose a pensar que nos lo había enviado alguna otra civilización. De hecho, aunque como ya vimos establecer la comunicación con supuestos extraterrestres es casi imposible, nuestra especie tampoco cesa en su empeño y esto podría ser otra posible solución para la paradoja de Fermi.

¿Estarán habitadas estas supertierras? ¿Llegaremos nosotros a ellas? De momento hemos de conformarnos con la información que podemos sacar a años luz de ellas, que dada la distancia no es poca ni mucho menos.

Imagen | ESO/Tom Ruen/nagualdesign