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Lo cerca (o lo lejos) que estamos de vivir comiendo solo una pastilla

Huevos revueltos con beicon, pastel de carne picada, pavo, patatas, gravy, salsa de pan, coles de Bruselas con relleno, salsa de arándonos, zanahorias y chirivías asadas y pudding de Navidad. Todo junto, por capas, en la misma lata. Con esta loquísima idea, la de meter en una lata la comida completa de un día de Navidad, juega cada año la cadena de tiendas Game sin que a nadie le quede muy claro si lo hacen en serio o se trata de una divertida campaña de marketing.

Pero, ¿Y si llevamos esa idea un poco más allá? En 1893, la American Press Association pidió a diversos intelectuales del momento «visiones del futuro», les preguntó cómo podíamos imaginar el próximo siglo. La sufragista norteamericana Mary Elizabeth Lease imaginó una píldora capaz de reemplazar la comida como una herramienta clave para liberar a la mujer de las tareas de la cocina. Más de 100 años después, esa «liberación» ha llegado en forma de comida congelada y un sin fin de apps que nos traen comida a casa, pero la píldora sigue perdida en combate.

Hacer una pastilla que sea capaz de alimentarnos

Llevaba razón Michael Ann Dobbs en que «si les hubiéramos dicho a los escritores de ciencia ficción en la década de 1930 que la comida a principios de la década de 2000 se basaría en vegetales tradicionales, micronutrientes y encurtidos artesanales, se habrían reído de nosotros». A carcajada limpia, de hecho.

Soylent y el futuro de la alimentación

Sobre todo, porque la idea de una dieta basada en píldoras, barritas y mejunjes ha estado tan extendida durante el siglo XX que llegamos a pensar en la comida de los astronautas como un signo de modernidad y no como lo que era: una incapacidad técnica que hemos ido resolviendo poco a poco.

Pero, claro, a la vista de todo esto parece inevitable preguntarse por qué no tenemos dichas pastillas. Es decir, durante un siglo, miles de personas vivían obsesionadas con la idea de alimentarnos a razón de tres píldoras al día. ¿Cómo es posible que no lo hayamos hecho ya una realidad? Al fin y al cabo, solo bastaría con meter los nutrientes necesarios para pasar el día en una píldora y estaría resuelto, ¿no?

No, la verdad es que no. Pero vayamos por partes: la primera limitación de las ideas de las pastillas es la cantidad que necesitaríamos. Y es que aunque en el plano teórico no hay problemas en aportar todos los nutrientes en comprimidos, no hay forma conocida de concentrar las 1800-2000 calorías que necesita un ser humano adulto en tres píldoras de tamaño normal. Para que nos hagamos una idea, 100 gramos de aceite vegetal puro contienen unas 900 calorías y subir esa cantidad es tremendamente difícil.

De ahí que Pierre Köchel calculara que se necesitan unas 450 al día para llegar a los requisitos nutricionales mínimos. Mi intuición inicial es que se podría conseguir con menos de 450: demasiadas, en cualquier caso, para que sea algo cómodo y sencillo. De todas formas y por desgracia para algunos, ahí no se acaban los problemas.

«Necesitaríamos un sistema digestivo enteramente nuevo»

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Hemos aprendido muchas cosas en las últimas décadas. «La alimentación parenteral [por vía intravenosa] se vendió como una gran revolución«, como nos dice Manuel Rodríguez Elvira, médico intensivista y exjefe de servicio de cuidados intensivos en el Hospital Virgen de las Nieves de Granada, que ha trabajado durante años con pacientes en sedados. «Sin embargo, rápidamente nos dimos cuenta de que tenía problemas«. Por un lado, está relacionada con sobreinfecciones de todo tipo y, por el otro, es muy importante conservar la función intestinal. Si se atrofia y se malogra, se pueden dar casos de sepsis bastante serios. «Se sigue usando cuando es necesario, pero se retoma la alimentación enteral (con sonda nasogástrica) en cuanto es posible».

Esta pastilla es una caca pero puede salvarte la vida

Este, seguramente, sería uno de los principales problemas de la alimentación vía pastillas: los problemas derivados de no usar el sistema digestivo (y, en especial, el intestino) de una forma adecuada. De esta forma, todos los preparados alimenticios que se usan en hospitales (e incluso los comerciales como el Soylent) tienen que tener una estructura que permita a las vellosidades seguir en forma y cuide la microbiota intestinal. En este sentido, «para alimentarnos a largo plazo solo con pastillas necesitaríamos un sistema digestivo enteramente nuevo».

¿Quién sabe si en el futuro eso será una posibilidad que esté encima de la mesa? Pero hoy por hoy, entre nuestra incapacidad para crear pastillas que alimenten con pocas dosis y los problemas gastrointestinales a los que nos sometería el experimento, parece que estamos muy lejos del sueño de Mary Elizabeth Lease.

Imagen | Michael Longmire