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O2 es la turbina flotante más potente del mundo (con truco) y llega con la promesa obtener energía mareomotriz a menor coste

La energía solar es una de las apuestas más firmes en energías renovables junto a la eólica, teniendo en ambos casos la ventaja de ser «más limpias» pero también una desventaja en común: su disponibilidad no puede ser continua ni predecible como ocurre con la energía nuclear, entre otras. En este punto es en el que se han fundamentado los de Orbital Marine Power para construir esta gran turbina de marea flotante.

Se trata de O2, una estructura que se ubicará en las Islas Orcadas, en Escocia (Reino Unido) para aprovechar la energía de las mareas. Algo que no es estrictamente nuevo ni mucho menos, pero en esta ocasión han querido hacer una aproximación algo distinta.

La energía «lunar»

La fuerza de atracción gravitatoria que el Sol la Luna ejercen sobre la Tierra afectan al nivel de los océanos, de manera que se produce un cambio periódico en el nivel del mar. Un fenómeno que podemos observar diariamente si tenemos la suerte de vivir en la costa y que incluso puede llegar a jugar una broma pesada a los más despistados (me lo ha contado una amiga) que se relajan en la orilla, es decir, cuando este fenómeno, la marea, sube.

El efecto de la Luna es mayor porque está mucho más cerca de nuestro planeta, aunque el Sol sea inmensamente más grande. La fuerza del Sol para crear mareas, de hecho, es un 46% menor que la Luna.

Así, la energía mareomotriz en este caso se basa en aprovechar el movimiento de las aguas que provoca el tirón de la Luna, es decir, hacer uso de la energía cinética del agua de manera similar a las turbinas eólicas con el viento.

Turbinas de 20 metros y cuatro puntos de anclaje

Un ejemplo de gran estructura para aprovechar la energía de las mareas es la primera que se hizo de este tipo de gigantes, la de Rance (en Francia), o la planta del lago Sihwa (en Corea del Sur). Respectivamente son la segunda y la primera en cuanto a la clasificación de turbinas de marea más grandes.

O2 aún en tierra firme. Imagen Orbital

Decíamos que el enfoque de la de Orbital es distinto porque, aunque pequeña no es, lo que buscaban era reducir costes y, en la medida de lo posible, causar menos impacto ambiental. En vez de construir un dique artificial o algo parecido a lo previo, O2 (que así se llama la estructura) es una estructura flotante.

Su forma es, por así decirlo, como una especie de híbrido entre un torpedo y un avión, de modo que lo que serían sus alas son los brazos que sujetan las dos grandes turbinas. Estos brazos miden 18 metros y cada una de las turbinas mide 20 metros, pudiendo los brazos ponerlas a la profundidad que convenga inclinando más o menos el ángulo.

O2 - modelo 3D Modelo 3D que muestra cómo pueden inclinarse los brazos. Imagen Orbital

Las turbinas pueden moverse en un sentido u otro según convenga para la generación de energía, la cual se envía a tierra firme a través de unos gruesos cables submarinos. Explican también que para poder realizar tareas de mantenimiento sin que se requiera personal experto en buceo, los brazos se colocan en horizontal, de modo que las tareas se realizan a bordo, como si se tratase de una embarcación cualquiera.

Según explica la empresa, la plataforma queda anclada por cuatro puntos al fondo del océano. Con esto, afirman, se logra que el trabajo de instalación sea más rápido y más económico. O2 mide 74 metros de longitud, de ahí que dentro de lo gigante que es, en comparación a una instalación similar estanca (no flotante), de manera absoluta no lo sea tanto.

El truco

La O2 es la versión definitiva tras haber probado con la SR2000, una primera versión con capacidad de 2 megavatios. Es la misma potencia de la O2, con la cual esperan obtener «suficiente energía (limpia y predecible) para abastecer la demanda de unos 2.000 hogares en Reino Unido, y ojo, ahorrar la producción de 2.200 toneladas de CO₂ al año.

Eso sí, Orbital, seguramente intentando buscar un reclamo, habla de «la turbina de marea más potente del mundo». Pero en realidad, considerando plantas como las que hemos comentado, habría que poner el adjetivo «flotante» en la afirmación. Rance dispone de 24 turbinas de 10 megavatios y las instalaciones de Sihwa son de 254 megavatios, produciendo un total de 550 GWh al año, por lo que si hablamos de turbinas que aprovechan la marea sin tener en cuenta si flotan o no, O2 tendría que multiplicarse para ser la más potente.

Más allá de esto, O2 tiene muchos aspectos que probar: la energía generada al año, los costes acumulados, si aguanta bien en alta mar con el tiempo (teniendo en cuenta tormentas, corrosión y otros posibles problemas) y, sobre todo, si puede demostrar que en su caso la energía de las mareas es más predecible que la eólica o la solar, teniendo en cuenta que cada vez son más las estaciones eólicas en alta mar (y que baten récords).

Imagen | Orbital.