Inicio Noticiero Digital Siete vídeos impresionantes que explican reacciones científicas inesperadas

Siete vídeos impresionantes que explican reacciones científicas inesperadas

Una imagen vale más que mil palabras, reza el dicho. Y si se mueve, mucho mejor. Si queremos explicar algunos conceptos científicos, los vídeos son una herramienta muy valiosa. Estos que vienen a continuación son un buen ejemplo de ello. YouTube puede ser una fuente impresionante de divulgación científica, y para muestra un botón (o siete, mejor).

El inesperado efecto Mould

Si cogemos una cadena de cuentas y la lanzamos al vacío veremos que la trayectoria que traza es del todo menos intuitiva: se eleva, se retuerce y arrastra al resto formando una curva que parece imposible. Este fenómeno se conoce como efecto Mould, llamado así por Steve Mould, un divulgador y presentador británico que lo dio a conocer en un vídeo de YouTube. ¿Por qué ocurre? Tal y como explica el propio Mould, la parte de la cadena cercana del borde es arrastrada por el peso, que cuelga sobre el lado de fuera.

Pero al hacerse mayor el tirón, a medida que cae, la cadena en la otra dirección. Las bolas actúan a modo de palanca. El resultado neto es la aceleración fuera del vaso de precipitados. El tramo de cadena que se levanta a cada instante busca la menor resistencia para caer. En su caída desde el frasco no puede desviarse instantáneamente hacia abajo. Por tanto, el cambio de dirección se hace de forma gradual, lo que vemos en forma de arco.

El afinador de arena

Aunque el relato «El afinador de arena«, de Jose Antonio Bustelo, es ficticio, sirve para mostrar a la perfección un fenómeno conocido como figuras de Chladni. Estas muestran la forma de propagarse de las ondas sonoras. Las oscilaciones propias de cada frecuencia se propagan sobre el plano de una placa. Al ser ondas estacionarias, estas adoptan una forma concreta que se pueden observar con una sustancia granulosa (como la arena).

La piscina de hexafluoruro de azufre

Si estuviéramos delante de una piscina enorme de hexafluoruro de azufre probablemente ni nos daríamos cuenta. Este compuesto inorgánico, en condiciones normales de presión y temperatura, es un gas incoloro e inodoro (y no es tóxico). La única peculiaridad que tiene, a simple vista, es que es unas cinco veces más pesado que el aire. Pero solo nos daríamos cuenta si tratásemos de que algo «navegase» en esta piscina. Eso es justo lo que hacen en el vídeo de arriba. Además, este gas tiene el efecto contrario que el helio en nuestras cuerdas vocales: al tener una densidad mayor provoca una vibración menor, haciendo que la voz suene más grave.

Las gotas del príncipe Rupert

Las gotas del príncipe Rupert, también conocidas como esferas de Rupert o lágrimas holandesas, se producen al verter vidrio fundido en agua fría. El resultado es una figura amorfa, con forma de lágrima que presenta una física muy curiosa. La parte central de la lágrima es muy, muy dura, capaz de resistir la deformación y los golpes sin apenas un rasguño. Sin embargo, el más mínimo esfuerzo en su cola provoca que la lágrima estalle por completo. Esto se debe a lo que ocurre durante su formación: Al caer el vidrio al agua enfría, este se enfría rápidamente en el exterior de la gota, mientras que el interior permanece mucho más caliente. La contracción que sufre provoca grandes fuerzas de compresión en el exterior, mientras que el interior sufre una tracción. Debido a la tensión residual que sufre la gota en su interior, en el momento en el que se daña ligeramente la cola, se libera una gran cantidad de energía, haciendo que estalle.

Un glóbulo blanco cazando un stafilococo

Lo que vemos arriba es una muestra en placa de sangre. Los círculos grises son glóbulos rojos, y varias bacterias pequeñas, huyendo del claro protagonista: un neutrófilo. Estos son parte del sistema inmunitario. En concreto, son los glóbulos blancos más abundantes en la sangre y su trabajo consiste en fagocitar (devorar) restos de «basura» y agentes potencialmente patógenos. En concreto, el vídeo muestra a un neutrófilo persiguiendo a un estafiloco, (a S. aureus, específicamente), que es mucho más pequeño. Su misión es rodearlo y «comérselo» para destruirlo gracias a las sustancias oxidantes que posee en su interior.

Un muelle cayendo a cámara lenta

Casi todo lo que dejemos caer libremente comenzará a acelerar hacia el suelo. Excepto un muelle. Los muelles tienen esa extraña tendencia a ponerselo «raro» a la física que nos parece más obvia. Tal y como podemos ver, el muelle comenzará a caer en su parte superior mientras que la parte inferior permanecerá quieta durante unos instantes. Esto se debe a una cuestión muy sencilla: las fuerzas que actúan sobre él. Mientras que la gravedad arrastra hacia abajo, existe otra fuerza, también, que tira hacia abajo: la elástica del propio muelle. A su vez, hay otra fuerza elástica que tira hacia arriba. El resultado es que las fuerzas se anulan en la parte inferior del muelle, hasta que llega la parte superior, momento en el que la «magia» se acaba, y gana, otra vez, la gravedad.

El agua también es magnética

Una de las cosas más maravillosas del agua es, sin duda, su naturaleza bipolar. Esto quiere decir que cada molécula de agua se comporta como si fuera un minúsculo imán. Gracias a esta propiedad, el agua tiene la capacidad de ser uno de los mejores disolventes que existen. Pero volviendo a su bipolaridad, si no te lo crees, puedes hacer un experimento, como el de arriba, tremendamente sencillo. Coge una varilla, cárgala electroestáticamente (frontándola, por ejemplo) y prueba a acercarla a un chorrito de agua. Es importante que este no sea turbulento, por lo que no nos vale el chorro del grifo si este tiene casquillo oxigenador. Si el chorro es uniforme, de flujo laminar, veremos como el agua se desvía gracias a la carga electrostática.