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‘Spiderhead’: la última apuesta de ciencia ficción de Netflix desaprovecha su potencial pero mantiene el interés

Aunque las producciones afines a la ciencia ficción de Netflix son abundantísimas, muy pocas se acercan al lado más duro del género. Es decir, hay películas y series sobre viajes en el tiempo (‘El proyecto Adam‘), superhéroes creados artificialmente (‘Proyecto Power‘) y acción futurista (‘A descubierto‘), pero casi siempre se queda en un punto de partida que luego deriva hacia la acción, la aventura o el drama con enfoques más convencionales.

‘Spiderhead’ intenta separarse de esa tendencia. Tanto argumental como estéticamente la película se adentra en aguas de especulación científica, que además, como en las mejores muestras del género, tiende puentes hacia la época actual. Sin embargo, en su tramo final no termina de atreverse a explotar al máximo su premisa y la sensación es de oportunidad desperdiciada. Con todo, la película tiene abundantes elementos de interés.

Estos parten sobre todo de una serie de ideas argumentales que se ponen sobre la mesa y no se explotan a fondo, pero son muy interesantes. Por ejemplo, el más explícito habla acerca de cómo las sustancias químicas modulan nuestra personalidad cotidiana en un pacto consentido, mucho más peligroso de lo que aparenta a primera vista, entre las farmacéuticas y los individuos. Un problema especialmente patente en la sedadísima  sociedad norteamericana.

‘Spiderhead’, basada en un relato publicado en el año 2010 por George Saunders, cuenta cómo un grupo de delincuentes en una prisión (unas instalaciones en una isla por donde se mueven libremente con rutinas más propias de un periodo vacacional, lo que le da un extraño tono distópico a la ambientación) acceden a ser suministrados con dosis de productos químicos que modifican sus comportamientos. Pánico, deseo sexual, verborrea… todo un abanico de sentimientos forzados que desencadenarán, más allá de las habitaciones donde se hace el estudio, tensiones entre los presos y el doctor que conduce los experimentos.

Atrapados en Ikea

Este mensaje tan frontal de ‘Spiderhead’ no es nada sutil (la película va, literalmente, de eso), pero Joseph Kosinski, que recientemente ha demostrado su tremenda destreza para lo visual en ‘Top Gun: Maverick’, lo exprime para que se ramifique, con un sentido del humor muy malvado, en múltiples dardos que funcionan estupendamente. Por ejemplo, con la banda sonora de rock para adultos que parece salida de un popurrí de Rock FM y que suena continuamente en la prisión, casi para mantener sedados a los presos en igual o mayor medida que las sustancias químicas.

O la puesta en escena que nos presenta una isla-prisión a medio camino entre un inhumano diseño brutalista y un anuncio de Ikea, casi una cárcel cotidiana en la que se puede vivir con cierta normalidad. O, en fin, el diseño de la personalidad amable pero con un punto perverso del científico encargado de los experimentos, interpretado magníficamente por Chris Hemsworth, y que nos presenta a un nuevo tipo de villano, ese estilo de multimillonario simpático del que son devotos de forma aspiracional los criptobros más ingenuos.

Entre Kosinski y su equipo plantean una distopía que no es una distopía y que transcurre entre flashbacks que nos cuentan el pasado del héroe que hará frente a esta situación abusiva (un muy entonado y sobrio, por contraste con Hensworth, Miles Teller) y alguna que otra secuencia de suspense y tensión muy bien resuelta. Por desgracia, a veces la película se pierde en sus propios vericuetos argumentales y se olvida de brindarnos más detalles bañados en veneno sobre la moralidad de las farmacéuticas, las cadenas que la sociedad se coloca voluntariamente o las nuevas tipologías del código del mad doctor.

Hay algo de oportunidad perdida en ‘Spiderhead’, que quiere ser una alternativa al amasijo de entretenimiento juvenil y tropos de la ciencia ficción que suele proponer Netflix, pero que no cede a la posibilidad de dejar de ser atractiva y comercial. Por el camino nos deja una interesante ristra de buenas ideas, unas estupendas interpretaciones y un apartado técnico (montaje, diseño de producción, vestuario) impecable. Dados los precedentes, no está nada mal.