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Volar este verano, actividad arriesgada: cómo las huelgas amenazan con paralizar los aeropuertos de Europa

No importa a dónde te vayas de vacaciones. Optes por el centro de Europa, un safari en el Sur de África, las costas del Sudeste Asiático o recorrer la Ruta 66 a los mandos de una Harley-Davidson, lo más probable es que los instantes de mayor tensión, los que te enerven los músculos del cuello y la espalda, sean los que pases en el aeropuerto. No por el miedo a volar o llegar tarde a la puerta de embarque. Qué va. El peligro es que una huelga acabe complicándote los planes.

Tras dos años de pandemia, aerolíneas, hoteles y viajeros confían en que el verano de 2022 marque la vuelta a la bendita normalidad y, con un suerte, la demanda y oferta se aproximen a los niveles precrisis de 2019. Y en cierto modo será así. La de 2022 es una campaña de reconexión con la normalidad. Solo que una normalidad que muestra su peor cara y con resaca del COVID.

Un verano como los de antes. Había ganas de viajar y eso se nota desde hace tiempo en las expectativas que maneja el sector. Para anticiparse a la demanda las aerolíneas programaron más de 32,4 millones de plazas para volar a España entre junio y agosto, lo que equivale a recuperar el 94% del volumen que se manejaba en 2019. En el caso de Aena las previsiones eran incluso más halagüeñas en marzo y apuntaban un alza del 1,6% en la programación de abril a octubre.

Los datos del Observatorio Nacional de Turismo Emisor dibujaban un escenario igual de positivo: según sus cálculos, aproximadamente el 89% de los turistas españoles prevén viajar este verano, 21 puntos por encima del ejercicio pasado. Es más, el 37% ya había reservado hace un mes.

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La cuestión es que no solo regresan los turistas. No. Lo hacen también las estampas menos amables de los aeropuertos: colas kilométricas, horas muertas y cancelaciones. En Ámsterdam, Mallorca, Bristol, Bruselas o Dublín registraban hace semanas largas esperas al más puro estilo prepandemia y algunas aerolíneas, como Easy Jet, British Airways o Air France-KLM se vieron obligadas incluso a cancelar operaciones, con el consiguiente cabreo de los viajeros.

Y para complicarlo: el calendario de huelgas. El escenario para los próximos días y semanas es también complejo y está marcado por un calendario de huelgas que ya se ha activado. Los sindicatos de tripulantes de Ryanair en España han convocados movilizaciones para los días 24, 25, 26 y 30 de junio y el 1 y 2 de julio. En el caso de EasyJet, se han programado paros que afectan a personal de El Prat, Málaga y Palma de Mallorca para los días 1, 2, 3, 15, 16, 17, 29, 30 y 31 de julio.

La lista la completan British Airways, cuyos trabajadores de tierra en Heathrow (Reino Unido) han votado ya a favor de una huelga aún por concretar pero que probablemente se organice entre finales de julio y agosto; y Brussels Airlines, que ha visto también cómo su personal de cabina y pilotos convocaban una movilización para esta misma semana, entre el jueves y el sábado.

Son un buen puñado de aerolíneas. Y podrían no ser las únicas. El sindicato de pilotos de Air France y su filial de bajo coste Transavia ya han apuntado una medida de presión similar. Aquí, en España, el principal colectivo de controladores aéreos, USCA, reconocía hace unos días al diario La Razón que la posibilidad de movilizarse durante el verano es “una opción real”.

¿Qué es lo que reclaman los trabajadores? Básicamente, una mejora de sus condiciones. El sindicato de Ryanair ha lamentado que la low cost trate a los empleados como “trabajadores de tercera” y el de EasyJet pretende desbloquear la negociación del Convenio colectivo para los tripulantes y equipararse con la situación de los empleados en otras bases europeas.

Pretensión similar persiguen los trabajadores de British Airways o Air France y Transavia, que denuncian la falta de personal. El sindicato galo censura el “uso sistemático de subcontratistas” y reclama refuerzos que permitan a los empleados ofrecer a los pasajeros “vuelos dignos”.

Tampoco ven bien dimensionada la plantilla los controladores aéreos en España. Pese a que el gestor público, Enaire, asegura que hay ahora más personal que antes de la pandemia, el sindicato USCA lamenta que no todos los refuerzos ofrecidos por la gestora aeroportuaria llegarán a tiempo para afrontar el alza de demanda que se espera para los meses de verano.

La tormenta perfecta en el sector. El escenario desde luego no es sencillo. A las buenas perspectivas en cuanto a volumen de tráfico se suman algunos hándicaps que pueden condicionar los vuelos. Uno de los principales, curiosamente, está heredado de la crisis sanitaria: durante el peor momento de la pandemia, cuando se aplicaban vetos a la movilidad y los viajes se desplomaban, el sector vio cómo se destruían miles de empleos en las aerolíneas y los aeropuertos.

Han pasado ya más de dos años de aquello y el colectivo todavía no ha recuperado el músculo perdido. Se calcula que en el pico de la pandemia se fueron a la calle al menos 191.000 trabajadores en Europa. La propia Airlines UK calcula que las compañías británicas prescindieron de unos 30.000 empleados, mucho menos en cualquier caso de lo que se perdió en mantenimiento y servicios.

No todo es herencia del COVID, claro. La burocracia y el escenario político aportan también su granito de arena. La consumación del brexit implica que los británicos deben afrontar controles más estrictos para acceder a la UE, lo que se traduce en mayor carga de trabajo en los aeródromos.

El reto es serio por el importante flujo de ingleses que se mueve cada verano entre Reino Unido y España: solo en 2019 se contabilizaron 18 millones. Más o menos representan el 20% de todo el flujo de viajeros extranjeros que recibe España. Para completar ese cuadro, JUPOL alertaba hace poco de que no hay policías suficientes para hacer frente a esa avalancha de trabajo. Por lo pronto el Gobierno ya ha anunciado que se reforzará el servicio con nuevas plazas de policías.

«El turista británico, que representa un volumen muy grande, ahora tiene que pasar por un proceso mucho más largo al tener que sellar el pasaporte. Todo esto alarga los trámites. Tenemos que hacer el doble e incluso el triple de trabajo. La policía es la que es, los medios son los que son y no podemos duplicarnos, explica Pablo Pérez, representante de JUPOL, a Euro News.

¿Cuál es la consecuencia? Probablemente imágenes similares a las que ya hemos visto en aeropuertos de Reino Unido, Bélgica, Países Bajos o el sur de España durante las últimas semanas. En la terminal de Ámsterdam-Schiphol, por ejemplo, uno de los mayores de Europa, han advertido a los viajeros de que es probable que se encuentren con retrasos a lo largo del verano.

También Ryanair ha informado de posibles retrasos en sus operaciones en España este fin de semana por la huelga de sus tripulantes de cabina y movilizaciones de los controladores galos.

Imagen de portada | Mark Hodson Photos (Flickr) y Magharebia (Flickr)