Inicio Opinión Aguinaldo envenenado, por Josep Maria Pou

Aguinaldo envenenado, por Josep Maria Pou

Llaman a la puerta y, sí, es el cartero, que no solo llama dos veces sino hasta tres, cuatro y cinco. Mi agudeza auditiva y la diligencia al andar ya no son las mismas del año pasado. Abro la puerta y me encuentro al hombre al que saludo casi a diario, de buena mañana, en el portal, extendiendo ahora hacia mí la mano que sostiene una pequeña cartulina, mientras dice, tímido y rotundo al tiempo (se nota que ha ensayado un cierto tono dickensiano): «¡Felices Navidades, señor Pou!«.

Veo en la punta de sus dedos la reproducción exacta de las felicitaciones de antaño: el trazado naíf de un cartero de uniforme abotonado, gorra de plato, bolsón de cuero al hombro y el aire diligente de quien llega a todas partes. Y me hago pequeño, mínimo, líquido, en un mar de nostalgia. De esas aguas surge y se eleva en medio de los dos, como pintada en el aire, la palabra ‘aguinaldo’, que ninguno se atreve a pronunciar. Uno ya no sabe si en la era de la corrección enfermiza esa palabra, sinónimo de propina y/o regalo voluntario, puede llegar a molestarofender o, por el contrario, iluminar más todavía la sonrisa del funcionario.

Entretodos

Me parece adivinar que él es solo el principio de una larga cola de personas. Estiro el cuello para mirar por encima de su hombro y sí, efectivamente, allí están, como hace años, el barrendero, el basurero, el sereno, el portero y hasta, lo reconozco al instante, el cobrador del Ocaso.

Reprimo a tiempo el grito, ya en la punta de la lengua: «¡Papá, los del aguinaldo!». Y corro al balcón en busca del que me falta. Aparto, esperanzado, el visillo. Confío en encontrar al guardia urbano de guantes blancos y casco reluciente, subido al podio orlado de cestas y botellas. Pero no. Lo que veo es la Gran Via cortada por los Mossos d’Esquadra que reclaman respeto y dignidad.  Me solidifico al instante. Me hago mayor de repente. Y aplaudo. Aplaudo que respeto y dignidad sean derechos a exigir y nunca, nunca, propina o regalo voluntario, dádiva oportuna, concesión interesada, aguinaldo envenenado.