Inicio Opinión Carne de cañón, por Emma Riverola

Carne de cañón, por Emma Riverola

Hace 10 años quebró Lehman Brothers. Nuestro mundo fue arrastrado a una crisis económica y social que nos ha hundido en la precariedad. Los actores económicos coinciden en que otra crisis financiera está por llegar y no se han creado los mecanismos suficientes para que la quiebra no recaiga de nuevo sobre los ciudadanos. Hemos sumado desigualdad y restado derechos y seguridad. Hoy somos más débiles que hace una década.

El poder, ese magma difuso que tan poco sabe de fronteras y tanto de dividendos, mira el tablero del mundo y sigue jugando con sus piezas. Ahora entrega una bandera al rico (o al menos desfavorecido), ahora ofrece al pobre un rostro a quien odiar o temer. La cuestión es mantener la mirada de la mayoría de los ciudadanos alejada de sus desmanes. Qué viejo, qué conveniente, qué lucrativo resulta para aquellos que nunca pierden.

Entretodos

Entre nacionalismos, populismos y fascismos (no siempre términos estancos) anda el juego. Soflamas henchidas de emoción que solo sirven a la desorientación. Causas que unen y movilizan, pero que nunca representan una seria amenaza para los que sí son nuestra amenaza. Si no fiscalizamos a nuestros gobernantes, si no les exigimos protección ante los poderes que no votamos, si rendimos nuestra adhesión a entelequias inasibles, perdemos conciencia crítica. Sin ella, nos estafamos la capacidad de convertirnos en adversarios. Al fin, solo nos hacemos más débiles. Carne de cañón para la próxima crisis.