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Carta a Jordi Cuixart, por Jordi Évole

Estimat Jordi:

Aún recuerdo el desayuno en una cafetería de la Diagonal, quince días antes del 1 de octubre. Era la primera vez que quedábamos después de meses intentándolo. Nuestros mensajes cruzados habían empezado en febrero. Fue justo el día después del concierto en el Sant Jordi a favor de acoger a los refugiados, donde yo dije aquello de que «la acogida no era solo un problema de competencias sino también de incompetencias», una frase que provocó la reacción en tromba de consellers, diputados y eurodiputados independentistas. Aquel día que una parte ruidosa del independentismo decidió que había que linchar a Évole, tú no solo no te sumaste al linchamiento si no que me hiciste llegar tu cariño. Luego me enteré que también paraste la iniciativa que tuvieron algunos de ir a la mani a favor de la acogida con pancartas en contra de mis palabras.

En la cafetería de la Diagonal discrepamos de cómo se estaban haciendo las cosas en Catalunya y en el resto de España. Pero era una discrepancia cómplice, donde no nos costaba a ninguno de los dos reconocer los errores que creíamos que se estaban cometiendo tanto en un lado como en el otro. Ni se nos pasó por la cabeza que al cabo de una semana se producirían los hechos de la Conselleria de Economia que hoy te han llevado, desde mi punto de vista injustamente, a la prisión preventiva. Yo no es que te conozca mucho, pero qué poco te conocen los que durante estos tres meses de prisión te han calificado de persona violenta. Qué poco te conocen.

Entretodos

El día del desayuno recordamos los premios Òmnium Cultural del 2013. Y de cómo me enteré de que me lo habían concedido. Fue la propia Muriel Casals, tu predecesora en el cargo, la que me llamó. Yo sorprendido ante la noticia, le dije que si estaba segura, que yo no era de la cuerda de Òmnium. Y ella añadió que ya lo sabía, pero que precisamente por eso lo hacían, porque “querían seducirme”. Yo basé mi discurso para recoger el premio precisamente en la seducción: “Soy una persona fácilmente seducible. Soy muy enamoradizo. Y me dejaré seducir y espero que vosotros también os dejéis seducir un poco por mi. Deseo que acabe todo este procés, cuanto antes mejor. Y que votemos. Y que salga lo que sea. Y que cuando se termine, todo esto no acabe creando bandos, no acabe en ruptura. Que nos continuemos seduciendo. Porque si todo este procés acaba en ruptura, no habrá servido para nada”.

Cinco años después, algunos pueden decir que se ha votado, pero nadie ha reconocido los resultados excepto los organizadores. Y no sé si hemos llegado a una situación de ruptura, pero está claro que bandos hay. Lo que tengo muy claro es que lo que no podemos abandonar ahora es la seducción. Sin seducción la ruptura se consumará. Y con gente como tú en la cárcel eso será mucho más fácil. Por eso, deseo que pronto volvamos a desayunar en la Diagonal, que discrepemos. Pero que no nos abandone ni la complicidad ni la seducción que nos ha acompañado hasta ahora. Una abraçada, Jordi.