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Carta a Pablo Iglesias, sobre la muerte de Gabriel; de un ‘retrógrado hiperfacha’

Excelentísimo y Venerable Pablo Iglesias:

Acudo a Vos, mi amado prócer, Luz y Líder del mundo, guía de los menesterosos, y Salvador del mundo, rogando a su excelencia de pronta respuesta a mi aflicción, pues solo por su obra y magnanimidad nosotros, los hombres viles, no caemos en las redes del fascismo internacional y del patriarcado opresor.
Porque gracias a Vos y al sagrado Komminter feminista, liderado por nuestras amadas falófobas vulvocéntricas, sabemos ahora qué debemos pensar sobre las mujeres, los negros, los musulmanes, las putas, los gays… y toda víctima que en el mundo sufra por estar lejos de Su divina protección y eterno abrigo.

Acudo a Vos pues una honda vacilación turba sobremanera mi espíritu, ya que junto a las divinas sacerdotisas, nos recordasteis el pasado 8 de marzo el pecado original de ser varones, con nuestra imperdonable voluntad de opresión universal sobre las inocentes mujeres del mundo.

Escuche ahora mi debilidad, pronta a caer siempre en la diabólica tentación del capitalismo opresor. ¡Oh, tú, el liberador de pueblos! Porque el fascismo en connivencia con el neoliberalismo saqueador desea desobedecer Su divino mensaje, contratando, apenas unos días después, a una pobre mujer, que además fue puta, negroide, inmigrante y, algo imposible de concebir, cruel asesina de un niño inocente, y todo ello con el único fin de demoler nuestra vía de liberación internacional de los oprimidos.

¿Qué hacer entonces, Divino Maestro, cuando aparece como atroz asesina quien debería ser perfecta por ser la suma perfección de las bondades que supone ser puta, inmigrante, negra, y, sobre todo, mujer? Quizá la sabia Irene Montero o la inconmensurable y cauta Lidya Falcone podría ayudarnos en este trance, pues andamos sin guía y no sabemos qué pensar.

Por último, no quisiera terminar este requerimiento sin dejar clara mi posición hiperfeminista y supercomunista, pues un ápice no me he separado de nuestro catecismo libertador. Y así espero no recibir de vosotros/as, los insignes/as, el menor oprobio o acusación, pues no puede ser un fachomachista quien confía plenamente en que esta pobre mujer, víctima del varón depredador, por fin halle la paz, no en la justicia de los varones, sino en las manos de las presas que, mujeres y madres como ella, con gran compasión por su dolor, cubrirán su cuello con decenas de manos hasta que quede sin el aire que ella le quitó a un inocente.

Y cuando esto suceda, todos, Usted, y yo, y todo el feminismo internacional, aplaudiremos unánimemente esta justicia real, pues, como ha dicho usted con gran sabiduría y haciéndose eco de nuestras oprimidas mujeres: «Nosotras parimos, nosotras decidimos».

Que así sea.

Firmado: Un ‘retrógrado hiperfacha’.