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Cataluña: La mayor parte de los ‘expertos’ extranjeros no tienen ni puta idea

ES el más importante hispanista británico vivo, Príncipe de Asturias y condecorado con la Orden de Isabel la Católica. Un sabio de verdad, un pensador ecuánime y además una bellísima persona.

Pero esta semana ha escrito una nota sobre Cataluña en la que sorprende sumándose a dos topicazos discutibles. El primero es que «el Gobierno de Rajoy ha mostrado una clara falta de empatía en su forma de tratar a la región».

El segundo es que «ha llegado el momento de realizar una revisión de la Constitución», en el sentido de que ayudaría a aplacar el envite.

Me temo que el erudito inglés no atina, y aunque soy un tarugo a su lado, invocaré datos.

Rajoy, el de la «falta de empatía», anunció en marzo un plan de infraestructuras para Cataluña de 4.200 millones en esta legislatura (¿hace algo así Londres en Escocia o Gales?). Habrá 1.882 millones para los cercanías, 850 para carreteras y 285 millones para la lanzadera a El Prat.

El Gobierno poco empático también promete completar en 2020 el tramo catalán del Corredor Mediterráneo y ha solicitado para España la sede de la Agencia Europea del Medicamento, que dejará Londres tras el Brexit.

¿Para qué ciudad? ¿Zaragoza, Sevilla, Vigo? No, Barcelona.

Cataluña, la maltratada, es la única comunidad con todas sus capitales conectadas por AVE.

Como gallego me da la risa -sarcástica- cuando nos zahieren con la plomada victimista: el AVE llegó a Barcelona en 2008 y los gallegos, ciudadanos que pagan sus impuestos exactamente igual que los catalanes, seguirán esperándolo diez años después, como vascos o extremeños. ¿Maltrato? Ninguno.

Al revés, a ninguna región se le presta tanta atención, como debe ser, pues supone el 19% del PIB español y el 25% de las exportaciones. Además, el Gobierno ha ofrecido reiteradamente a la Generalitat dialogar sobre sus necesidades.

En primavera todavía se intentó una última Operación Diálogo, enviando a la vicepresidenta a Barcelona. Solo recibió chulería y la respuesta de que el referéndum ilegal es irrenunciable.

Por último, el Estado ha rescatado a la Generalitat, que se lleva un tercio del Fondo de Liquidez Autonómico para poder abrir sus ventanillas.

Si ser poco empático es no tolerar un referéndum de secesión, Rajoy lo es, en efecto. Pero si lo concediese cometería un delito, pues la Constitución lo prohíbe. La soberanía nacional reside en el pueblo español, una parte no puede machacar los derechos de todos.

¿Permitiría el Reino Unido que Londres convocase un referéndum de independencia porque se siente maltratada por ese Brexit palurdo al que la ha arrastrado la Inglaterra atrasada? Claro que no.

Sobre la revisión de la Constitución como desatascador, falta la pregunta oportuna: ¿Qué incorporaría esa reforma capaz de disuadir a los separatistas? Pues nada, porque están ya en otra fase: solo aceptan formar su república. Demasiada anglo-miopía en los analistas ingleses.

Nuestro Estado de derecho es tan respetable como el de su Graciosa Majestad. O igual más. Que se sepa no tenemos una cámara parlamentaria no electa, ni un clasismo atroz, ni un modelo electoral anacrónico, o un establishment que mangonea el país a su antojo. ¿Lecciones de la prensa inglesa? En casa.

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