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Como un solo pueblo contra el fascismo, por Santiago Trancón y Quim Torra

Santiago Trancón
Santiago Trancón

Mi amigo Quim Torra me ha brindado la ocasión de publicar este artículo conjunto. El 99% es de su autoría. Yo sólo me he permitido precisar algunas cosillas para que el lector sepa a qué Cataluña se está refiriendo, o sea, para que entienda la verdad. Quim Torra, como Dios, escribe recto con renglones torcidos, y Freud ya descubrió hace mucho el lenguaje del inconsciente. Mi pequeña aportación va en cursiva.

«Democracia, libertad y civilización. El significado de estas palabras es más importante que nunca ahora que nos enfrentamos al virtuosismo de las mentiras y la tergiversación del significado de las palabras, que forma parte de la naturaleza del fascismo». Esta es una de las primeras reflexiones que hace Rob Riemen en el imprescindible libro ‘Para combatir esta era’. Y aquí es donde encontramos a Catalunya y nuestro combate democrático. No debemos combatir tan solo una concepción antigua, oligárquica y autoritaria de la cosa pública, sino que tenemos que combatir la mentira, el engaño y, lo más peligroso, la tergiversación de las palabras. Ya lo sabemos: el lenguaje es poder y quien lo controla o quien es capaz de manipularlo tiene capacidad para cambiar la percepción de la realidad.

Combatir el fascismo xenófobo

Hemos visto estos últimos meses -y me atrevo a decir estas últimas semanas- un incremento notable de las agresiones, amenazas, intimidaciones y violencia neofascista en nuestro país. Unos grupos de individuos agresivos han querido atemorizar a los activistas por la libertad de todos los ciudadanos de Cataluña. En algunos casos, han llegado a agredir físicamente a personas que colgaban banderas españolas o quitaban lazos y cruces amarillas en las calles y en las plazas del país. He podido conocer de primera mano algunos de estos casos y quiero transmitir todo el apoyo y solidaridad con todos los agredidos. Esta violencia, como todas, debe terminar. Y exige una condena firme, sin matices ni equilibrios, por parte de todos. No puede haber nadie que quiera ser considerado demócrata que se calle, matice o justifique nada ante estos brotes de fascismo en nuestros pueblos y ciudades.

La policía catalana ha de hacer su trabajo. No debemos situarla en el centro del debate político. Ni conviene ni es la estrategia inteligente si realmente se quiere que actúe con eficacia. Ciertamente, su actuación ante estos brotes debe incluir medidas preventivas y de detección precoz y medidas activas cuando se produce una agresión. Se debe evitar absolutamente que estos individuos enmascarados, violentos e intolerantes puedan tener ninguna sensación de impunidad. Y para ello es necesario sobre todo que la justicia actúe  y considere esta cuestión una prioridad de primer nivel.

La tarea profesional, eficiente y contundente de la policía y la justicia debe ir acompañada de una muralla democrática en el campo político y discursivo del país. Y eso incluye los medios de comunicación, los creadores de opinión y todo aquel que tenga un papel en la arena pública. Hay que hacer un cordón sanitario frente a las actitudes fascistas y racistas que se han despertado últimamente. Sabemos que hay elementos que siempre han existido y que ha habido casos de agresiones y amenazas desde hace muchos años.

Condenar la violencia

No lo podemos tolerar. No debemos dejar que se incube el huevo de la serpiente. La experiencia y la historia nos dan pistas bastante claras del riesgo de permitir estos comportamientos y de digerirlos como una normalidad puntual, o como una pequeña excepción intrascendente. Pido a todos los partidos políticos catalanes y españoles que condenen enérgicamente la violencia de estos grupos fascistas contra los no independentistas. Que la condenen y que se comprometan a combatir este neofascismo sin matices. No hace falta ser independentista para actuar con contundencia contra los violentos. Por el bien de todas las ideas y de todos los proyectos democráticos, no podemos dejar avanzar estas actitudes.

Nadie, ni aquí ni en el mundo, duda del carácter completamente pacífico del movimiento de resistencia al independentismo que estos últimos años se ha expresado en la calle con una pulcritud y civismo ejemplar. El combate político debe estar comprometido sin fisuras contra el fascismo. No podemos aceptar discursos condescendientes, medias tintas ni justificaciones -aunque sean indirectos- de estos comportamientos violentos que hemos vivido en las calles de Catalunya.

Es nuestro deber y nuestro compromiso, por las grandes lecciones que nos da la historia, de combatir de raíz este fascismo xenófobo. En Catalunya y en todas partes. Y por eso también valoramos y animamos a los luchadores por la democracia y la libertad de todos los pueblos del Estado español a combatir conjuntamente esta lacra histórica que no acaba de morir.

El Govern pondrá toda la atención posible para frenar y erradicar el fascismo de nuestras calles. La policía española también debe actuar con máxima eficacia contra estos grupos. Además, hay que impulsar un observatorio independiente contra el fascismo que documente las agresiones y los grupos. Exigimos que los políticos, del color que sean, se sumen a la trinchera democrática que siempre combate sin matices el fascismo. Y por último, pido a todos, a la ciudadanía, máxima responsabilidad y que, ante los casos de riesgo, se pongan en contacto con la policía para que sean los profesionales quienes actúen. Como en tantas otras cosas, contra el fascismo debemos ser un solo pueblo. ‘Som-hi’.

Yo sólo me he permitido precisar algunas cosillas para que el lector sepa a qué Cataluña se está refiriendo, o sea, para que entienda la verdad. Quim Torra, como Dios, escribe recto con renglones torcidos, y Freud ya descubrió hace mucho el lenguaje del inconsciente. Mi pequeña aportación va en cursiva.

«Democracia, libertad y civilización. El significado de estas palabras es más importante que nunca ahora que nos enfrentamos al virtuosismo de las mentiras y la tergiversación del significado de las palabras, que forma parte de la naturaleza del fascismo». Esta es una de las primeras reflexiones que hace Rob Riemen en el imprescindible libro ‘Para combatir esta era’. Y aquí es donde encontramos a Catalunya y nuestro combate democrático. No debemos combatir tan solo una concepción antigua, oligárquica y autoritaria de la cosa pública, sino que tenemos que combatir la mentira, el engaño y, lo más peligroso, la tergiversación de las palabras.

El lenguaje es poder

Ya lo sabemos: el lenguaje es poder y quien lo controla o quien es capaz de manipularlo tiene capacidad para cambiar la percepción de la realidad.

Hemos visto estos últimos meses -y me atrevo a decir estas últimas semanas- un incremento notable de las agresiones, amenazas, intimidaciones y violencia neofascista en nuestro país. Unos grupos de individuos agresivos han querido atemorizar a los activistas por la libertad de todos los ciudadanos de Cataluña. En algunos casos, han llegado a agredir físicamente a personas que colgaban banderas españolas o quitaban lazos y cruces amarillas en las calles y en las plazas del país. He podido conocer de primera mano algunos de estos casos y quiero transmitir todo el apoyo y solidaridad con todos los agredidos. Esta violencia, como todas, debe terminar. Y exige una condena firme, sin matices ni equilibrios, por parte de todos. No puede haber nadie que quiera ser considerado demócrata que se calle, matice o justifique nada ante estos brotes de fascismo en nuestros pueblos y ciudades.

Que la justicia actúe

La policía catalana ha de hacer su trabajo. No debemos situarla en el centro del debate político. Ni conviene ni es la estrategia inteligente si realmente se quiere que actúe con eficacia. Ciertamente, su actuación ante estos brotes debe incluir medidas preventivas y de detección precoz y medidas activas cuando se produce una agresión. Se debe evitar absolutamente que estos individuos enmascarados, violentos e intolerantes puedan tener ninguna sensación de impunidad. Y para ello es necesario sobre todo que la justicia actúe  y considere esta cuestión una prioridad de primer nivel.

La tarea profesional, eficiente y contundente de la policía y la justicia debe ir acompañada de una muralla democrática en el campo político y discursivo del país. Y eso incluye los medios de comunicación, los creadores de opinión y todo aquel que tenga un papel en la arena pública. Hay que hacer un cordón sanitario frente a las actitudes fascistas y racistas que se han despertado últimamente. Sabemos que hay elementos que siempre han existido y que ha habido casos de agresiones y amenazas desde hace muchos años.

No lo podemos tolerar. No debemos dejar que se incube el huevo de la serpiente. La experiencia y la historia nos dan pistas bastante claras del riesgo de permitir estos comportamientos y de digerirlos como una normalidad puntual, o como una pequeña excepción intrascendente. Pido a todos los partidos políticos catalanes y españoles que condenen enérgicamente la violencia de estos grupos fascistas contra los no independentistas. Que la condenen y que se comprometan a combatir este neofascismo sin matices. No hace falta ser independentista para actuar con contundencia contra los violentos. Por el bien de todas las ideas y de todos los proyectos democráticos, no podemos dejar avanzar estas actitudes.

Nadie, ni aquí ni en el mundo, duda del carácter completamente pacífico del movimiento de resistencia al independentismo que estos últimos años se ha expresado en la calle con una pulcritud y civismo ejemplar. El combate político debe estar comprometido sin fisuras contra el fascismo. No podemos aceptar discursos condescendientes, medias tintas ni justificaciones -aunque sean indirectos- de estos comportamientos violentos que hemos vivido en las calles de Catalunya.

Luchadores por la democracia

Es nuestro deber y nuestro compromiso, por las grandes lecciones que nos da la historia, de combatir de raíz este fascismo xenófobo. En Catalunya y en todas partes. Y por eso también valoramos y animamos a los luchadores por la democracia y la libertad de todos los pueblos del Estado español a combatir conjuntamente esta lacra histórica que no acaba de morir.

El Govern pondrá toda la atención posible para frenar y erradicar el fascismo de nuestras calles. La policía española también debe actuar con máxima eficacia contra estos grupos. Además, hay que impulsar un observatorio independiente contra el fascismo que documente las agresiones y los grupos. Exigimos que los políticos, del color que sean, se sumen a la trinchera democrática que siempre combate sin matices el fascismo. Y por último, pido a todos, a la ciudadanía, máxima responsabilidad y que, ante los casos de riesgo, se pongan en contacto con la policía para que sean los profesionales quienes actúen. Como en tantas otras cosas, contra el fascismo debemos ser un solo pueblo. ‘Som-hi’.

Santiago Trancón y Quim Torra