Inicio Opinión Cosas serias, por Emma Riverola

Cosas serias, por Emma Riverola

No hay fanáticos con sentido del humor. Los sectarios necesitan elevar a los altares de la seriedad sus símbolos particulares. Llámese cruzmedia luna o la santa bandera. Las causas siempre por delante de las personas, la sombra de sus enseñas oscureciendo los rostros hasta borrarles cualquier rasgo de humanidad.

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«¿Escrache a Dani Mateo y no a estos cerdos traidores que se cagan en ti?», preguntó en las redes José Luis Roberto, líder de España 2000, formación ultra que ya cuenta en su haber la claudicación del espectáculo de Dani Mateo y la amenaza al de la revista ‘Mongolia’ en València. «Cerdos traidores», dice Roberto. Lo suyo no es, precisamente la ironía, ni los dobles sentidos. El fanático solo entiende la literalidad de las palabras, porque su comprensión de una causa no se erige sobre la razón, sino sobre la fe. Y esta es incuestionable. ¿Para qué andarse con bromitas cuando puedes insultar directamente? El sectario se alimenta del desprecio a los demás. A un lado, los suyos. Al otro, los traidores. Y tiene un sentido bélico de la realidad. La capacidad cáustica del humor para destruir los límites y desnudar las contradicciones lo convierte en el enemigo número uno. Ya se sabe, al enemigo, ni agua. Y menos, unas risas. Aunque, la verdad, en toda esta historia hay pocos motivos para reír. La capacidad de la ultraderecha para, sin representación parlamentaria, interferir en nuestra democracia es una cosa seria. Muy seria.