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Dios los cría…

Si estamos en un país libre, como proclaman esos seres raritos que son una escandalera, ¿por qué no se podía celebrar «el día del hombre normal»? Aquí, por haber, hay hasta el día del defecador, con y sin tirar de la cadena. Me abruma -por no decir otra cosa- ese despliegue con que se proclama el día del orgullo gay. Qué sería de unos festejos promovidos por el macho cabrío mostrenco. Pues me parecería mal. Dime de qué presumes y te diré de qué careces (en los homosexuales, con todo el respeto, sabemos cuáles son sus carencias y atributos). Cuanto menos hombría, más desviacionismo. Hay que joderse lo que vuela el mariposeo.

Bueno, pues llevamos un largo prólogo sá, sa, sá, con evocaciones a Pedro Zerolo (todos somos Zerolos, yo no, usted dispense) y admitiendo a los políticos que con retraso salen del armario, que huelen a naftalina. Se dan premios. Sueñan con carrozas y chaperos, como los que había junto al Gijón por las esquinas. Del 23 al 2 de julio esto de los maricones y lesbianas (repásese el RAE) va ser una fiesta en tres dimensiones. A tomar por culo. Ha aparecido Iceta, el socialista catalán fondón, rico, rico, y hasta algunos peperos inscritos en la secta rosa van a solazarse en el fango sexual.

Entre tanto, esta sociedad que ya no llama hijos a los hijos, tampoco padres a los padres -son guardadores, como los guardeses de las fincas- se entretiene con el deporte nacional que es el machismo. Qué dirían los padres de la patria si vieran que el parlamento es un chamizo de bajezas y podredumbre donde el léxico más florido es usted me la bufa, o si cruza las piernas en actitud desafiante, porque yo soy más que un palomo cojo. Y si, encima, un diputado del PP -siempre bajo la lupa- llama novios al Coleta y a su parienta, ahora se llaman parejas, desapareció el matrimonio, marido y mujer, y lo escribe un soltero, se monta la parda. Pero la progresía no repara cuando El Coleta proclama a los cuatro vientos que el colmo de su colmo sería ver azotada hasta sangrar a las mujeres de derechas. Tamaña hijaputez no tuvo respuesta ni eco alguno en los medios de la izquierda, derecha o centro, ar.

Y no se extralimite abriendo las piernas en los transportes públicos ni hable con el conductor. Ah, y ni se le ocurra llamar novia a la novia del Coleta, tampoco compañera, ni advenediza, ni politicastra de castrar porque, si no, habrá de medirse a duelo con estos perro-flautas que hieden en el Congreso de los Disputados.

Santiago López Castillo