Inicio Opinión El factor naranja, por Enric Hernàndez

El factor naranja, por Enric Hernàndez

El Barómetro de España que elabora el GESOP certifica una corriente electoral de fondo: Ciudadanos es el partido que mejor surfea el fuerte oleaje del conflicto catalán, el descrédito de la política y la indignación social. Arrasa entre los votantes de 30 a 60 años (el 55% del censo) y entre los que tienen estudios medios y altos. Su aún escasa implantación territorial no lo priva de imponerse en todos los municipios de hasta 500.000 habitantes, ni de rozar el empate con el PP en las grandes ciudades. Y Albert Rivera es, de lejos, el presidente preferido en todas las comunidades autónomas, salvo Catalunya y Euskadi.

La fuerza naranja también presenta talones de Aquiles. Como el voto femenino, que lastra notablemente su tendencia al alza. O la credibilidad como partido de Gobierno, pues los encuestados no confían en sus recetas sobre pensiones, precariedad laboral o igualdad de las mujeres. Sí consideran a Cs el mejor dotado para luchar contra la corrupción y encauzar el proceso soberanista, aunque, significativamente, la mayoría de sus votantes apuestan por que la crisis catalana se resuelva en una mesa de negociación política, no en los tribunales.

La emergencia demoscópica de Ciudadanos, cuarta fuerza en las urnas hace menos de dos años, es el fiel reflejo del hundimiento de un PP cuyo timonel erró el rumbo y las predicciones. Mariano Rajoy lo fió todo a que el crecimiento económico atenuara el malestar social, y a que la mano dura con Catalunya afianzase su liderazgo. Pese a la mejora de la percepción económica, la política se agrava. Y el conflicto catalán, varado en juzgados y prisiones al tiempo que el independentismo se solidifica en las urnas, pasa una gravosa factura al PP que Cs se cobra en solitario.

LA ‘OPERACIÓN VALLS’

El factor naranja es el signo de los tiempos: la sustitución de una derecha clásica, alérgica a la renovación y al riesgo, por una fuerza liberal con ribetes progresistas, de imagen aseada pero inclemente con el separatismo, audaz  –atención a la ‘operación Manuel Valls’ en Barcelona— y sin anclajes con el pasado. Otro efecto colateral de los hechos de octubre en Catalunya.