Inicio Opinión El pasado practica la resistencia, por Josep Maria Espinàs

El pasado practica la resistencia, por Josep Maria Espinàs

El lector que conozca mi larga historia comprenderá que, ya viejo, eche de menos mis viajes a pie… Aquellas caminatas, lentas, largas, que me ofrecían pequeñas sorpresas. Un arroyo acompañándome un rato, un pájaro que se alzaba a mis pies.

Llego a las afueras de un pueblo, donde hay un café. Entro y encuentro a dos hombres. Siempre me ha gustado encontrarme con gente. Pido un café y se me acerca un cura.

Me parece que ambos estamos sorprendidos. Pero lo que más me sorprende es que el cura se me acerque y me diga: «La incultura es la peor calamidad para una persona y una nación, y habría que desterrarla como un pecado».

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Yo, que llevaba encima el polvo del camino, ¿era culto o inculto? ¿Era un sabio explorador o un pecador que hacía penitencia porque había cometido algún pecado?

El cura también me preguntó qué libros había leído. No sé si para bendecirme o condenarme.

Tengo que continuar el camino porque el pueblo que me espera está un poco lejos. Antes me despido de esta gente. El dueño del café me desea buen viaje, y el cura me suelta esta sentencia: «Ya lo dijo Tertuliano. La sangre de los mártires es semilla de los cristianos».

La verdad es que no tengo vocación de mártir. Tengo que hacer este aviso.

¿Qué dirían los escritores de hoy si leen este artículo? Básicamente es la crónica de una situación y de unos hechos reales. No es una invención literaria que escribí hace tiempo.

Estoy viendo todavía aquel cura; y sus frases sentenciosas las anoté en mi cuaderno de viaje. Y ahora me pregunto: ¿adónde va a parar el tiempo pasado?