Inicio Opinión El ‘procés’ interminable, por Xavier Bru de Sala

El ‘procés’ interminable, por Xavier Bru de Sala

No es exacta la desagregación del independentismo en dos bloques, el pragmático y el irreductible. A un lado de la línea divisoria, están quienes consideran el 1-O como un hito histórico pero no como un referéndum homologable. En el otro, los que tan solo esperan el momento para cumplir el mandato y hacer efectiva la república, de sopetón y con mucha suerte. Esperan el momento aunque dicen que lo preparan. El primer bloque, realista en el análisis de la situación, opta por estrategias adaptativas. El segundo es diverso y anda disperso. En medio, el PDECat.

Los pragmáticos están liderados de una manera clara y decidida por ERC. Aunque cada vez son más las voces del PDECat que se decantan por una posición similar, el partido posconvergente se encuentra ante una difícil opción, ya que abandonar la ambigüedad en un sentido comporta enfrentarse a Carles Puigdemont y en el otro ponerse en sus manos para desaparecer¿A qué bloque pertenece pues el PDECat? Mientras no deje de tener un pie a cada lado, la divisoria quedará desdibujada y no se podrá establecer.

Atrapado en la ambigüedad

Si Puigdemont tira demasiado de su partido, lo puede perder, todo o una buena parte. Pero mientras no se decida a provocar el tirón final, él mismo quedará atrapado en la ambigüedad. Por eso la CUP le ha dado plantón, porque su espacio incluye demasiados elementos del otro bloque, infiltrados, cautivos o incluso oportunistas. Por eso la Crida nace tocada, si no hundida: como movimiento popular es redundante con la ANC; como nuevo artefacto político, debería fagocitar al PDECat, pero pez chico no come pez grande. No se puede unificar el independentismo bajo el signo de la inminencia del próximo asalto. No se puede ser alternativo a los partidos y complementario de los partidos. En lógica cartesiana no se puede creer y no creer a la vez que la única asignatura pendiente del independentismo es hacer efectivo el mandato del 1-O. En lógica criptoprocesista, sí. Los irreductibles piden un recuento en forma de convocatoria electoral. Mientras se mantenga la ambigüedad, el recuento será ficticio, porque se volverían a poner en el mismo saco a los que se lo creen y los que actúan ‘como si’ se lo creyeran.

O Puigdemont 
abandona la política partidista o perjudicará más de lo que beneficiará a la causa que defiende y aún representa

Si Puigdemont mantiene la ambigüedad, se irá desacreditando, tanto para los pragmáticos como para los irreductibles. Si se inclina por el PDECat, es decir por el pragmatismo, debería desactivar la Crida y sería el blanco de las iras de la Assemblea. En este caso, el independentismo pasaría de tres formaciones políticas a cuatro: PDECat, ERC, la CUP y la nueva opción Crida-ANC-Primàries. Si Puigdemont renegara del pragmatismo, debería expulsar al PDECat de su paraíso, con el mismo resultado de cuatro opciones, pero con él como padrino de la cuarta y contra el PDECat, contra ERC y contra su vicario Quim Torra. O sea, que Puigdemont ha perdido la iniciativa y el control del calendario. En teoría mantiene las riendas, pero no las puede utilizar porque se ha atado las manos con ellas. Al menor movimiento, se arriesga a quedar en posición muy maltrecha.

La predicción más plausible es pues que se mantenga en la ambigüedad, como una estatua en el centro de la amalgama, no el bloque porque no lo es, formada por PDECat, la ANC y la Crida. Aun así, el riesgo de ruptura no es despreciable. Se verá en Barcelona: si en el espacio que no cubren ni ERC ni CUP se enfrentan dos candidaturas, el fracaso de Puigdemont como líder partidista será evidente.

Entretodos

El PDECat no se disolverá, y está por ver si se somete a unas primarias abiertas donde pueda ganar un enemigo de los partidos. En el otro extremo, si Jordi Graupera no encabeza una candidatura bendecida por Puigdemont, el movimiento radical que lo ha impulsado le maldecirá. Cuando se galopa a lomos de un tigre, no es muy aconsejable descabalgar. A estas alturas la solución teórica ideal de un tíquet Joaquim Forn-Jordi Graupera, un pragmático encarcelado y un irreductible  desenfrenado, es inaceptable para los dos e incomestible para terceros.

Sea por hegemonía incontestable de los pragmáticos, sea porque el espacio de Junts per Catalunya se divide en dos, el ‘procés’ está atascado. Parada y fonda. Las dificultades objetivas son las que son. La ambigüedad conduce a la atomización. Unas autonómicas a corto plazo pondrían en riesgo la frágil, simbólica y nada efectiva pero real mayoría independentista en el Parlament. Solo si se presentaran cuatro opciones independentistas en vez de tres se podría establecer el recuento entre pragmáticos e irreductibles, pero a un coste casi letal. O Puigdemont abandona la política partidista o perjudicará más de lo que beneficiará a la causa que defiende y todavía representa.