Inicio Opinión El «tic-tac» de los «putos amos» ha dejado de sonar

El «tic-tac» de los «putos amos» ha dejado de sonar

El soufflé se desinfla. El “tic-tac” de los que se creyeron los “putos amos” ha dejado de sonar porque empiezan a verle las orejas al lobo. Hasta los de “La Secta” les han reducido el menú al barruntar galerna. Se les ve muy nerviosos. Las calles de España se han llenado de banderas nacionales. Su Majestad el Rey ha salido a saludarles. Y, la mayoría silenciada en Cataluña ha salido de sus hogares y se ha dejado ver después de 40 años de “exilio forzoso”.

El “tic-tac” ya no se oye. No debe andar muy bien del vientre el que dijo aquello de que “ellos hacían política en la calle ¡con cojones!; que el himno nacional español era “una cutre pachanga fachosa”; y no sé cuántas cosas más. Demasiado gruesa la estela dejada por este individuo y su odio a España, para querer rectificar deprisa y corriendo. Se olvida de que existen las Redes sociales; las mismas que a él le han servido para lanzar todo tipo de improperios contra sus adversarios, pero en las que quedan registradas sus bravatas comunistas desafiantes y amenazadoras.

Se creían los “putos amos”, los intocables; un “ejército” marxista controlado y dirigido por “jefes políticos” con acta de diputado, senador, europarlamentario, alcalde o concejal, que controlaban las calles; agredían a todo el que no pensara como ellos; insultaban y amenazaban a placer a quien les daba la gana; cercaban el domicilio familiar de quien se les ponía por los cojones; asaltaban capillas de culto católico cuando les resultaba gracioso; han prohibido los belenes de navidad y las cabalgatas de Reyes, y todo acontecimiento de signo católico; menosprecian y subestiman con chulería a los miembros de la Policía y de las Fuerzas Armadas; se mofan de los católicos y de la Semana Santa sacando en procesión el “coño feminista”, mientras respetan cuidadosamente la religión mahometana; pitan el himno nacional español e insultan al Jefe del Estado; queman la bandera española públicamente cuando tienen ocasión; dan un golpe de estado declarando la república catalana pasándose la Constitución por la entrepierna; se gastan el dinero del FLA que es de todos los españoles en seguir abriendo embajadas ilegales y sosteniendo sus particulares medios de comunicación; no permiten la enseñanza en español; y hasta multan a quienes rotulan sus establecimientos o atienden en español en Cataluña.

Han hablado tanto, y tan mal, que ahora todo se les vuelve en contra. El haberse posicionado desde siempre junto a los independentistas, queriendo echar un pulso a la unidad de la nación, no ha hecho sino corroborar que una vez más se han equivocado de bando. Han subestimado al pueblo español; a los españoles que no quieren dejar de serlo, y que han permanecido silenciados por los principales partidos políticos y sus medios informativos.

Pero se acabó. El pueblo llano y trabajador, los empresarios, los técnicos, los profesionales autónomos; el pueblo que no vive de la política y que paga sus impuestos religiosamente cumpliendo con el orden constitucional establecido, ha salido a la calle a decirles a toda esta patulea infecta, que se les acabó el momio. Que con la unidad de la nación no se juega, y que el Tesoro Nacional es patrimonio de los que vertebran la Patria común de todos los españoles.

La caterva de parásitos que gracias a la democracia han llegado al Parlamento para imponer su ley y su matonismo en la calle, en las universidades, en las instituciones, y hasta en las cámaras legislativas, deben ser ilegalizados y desaparecer de la escena política. Estos están con el separatismo y repartidos por todos los rincones de España. Son la infraestructura, la logística de los independentistas; los que el separatismo necesita para que su mensaje se extienda y se magnifique.

Pero, no olvidemos que, además de la extrema izquierda del “tic-tac” a modo de ultimátum, están también todos aquellos que han sido y son responsables directos de lo que sucede hoy en Cataluña. Si tenemos en cuenta a los partidos que han gobernado España desde 1982, y que han alimentado abundantemente al separatismo, habremos completado el cuadro de los que nos han llevado a esta dramática, trágica y caótica situación.

Se trata de profesionales de la política y allegados con casi medio millón de ejemplares, a los que nunca les afectó la crisis. Gentes sin fuerza moral para combatir el delito. Corruptos de todo pelaje; europarlamentarios con asignaciones de 500.000 euros anuales; diputados nacionales, autonómicos y senadores a 120.000 euros anuales; expresidentes de gobiernos centrales, autonómicos, y de las cámaras, a 80.000 euros anuales (chófer, escolta y dos asistentes); alcaldes, concejales, asesores, directores generales, etc.

Todo un rosario de amorrados a la ubre pública que pesan como una losa sobre las espaldas de los sufridos contribuyentes españoles, y que ahora se quieren subir al carro de la euforia desatada en la calle por un pueblo que grita: “España unidad jamás será vencida”, intentando tapar su complicidad en la excarcelación desde 2008, de 487 criminales de ETA, mientras 300 asesinatos de esta banda están por investigar y esclarecer.

Es cierto que hay que combatir a los separatistas y activistas de extrema izquierda, vitaminados y adoctrinados en las universidades públicas, que gracias al apoyo de Zapatero y de los medios de comunicación han realizado una carrera política meteórica. Pero, sin olvidar a los que durante muchos años, por acción u omisión, son cómplices o colaboradores necesarios de la grave situación que se vive en Cataluña.