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El trilero Puigdemont y la bolita de la independencia

Este 9 de junio 2017 hemos conocido la enésima declaración institucional del señor Puigdemont sobre el advenimiento de la independencia catalana. Una independencia que quieren hacer creer cercana cuando en realidad está más lejos que nunca.

En marketing, se llama «cominsunismo» (no confundir con consumismo) a la técnica de postergación reiterada de un hecho, acompañada de carteles que anuncien su pronta e inminente consumación.

Una vez más, Puigdemont y los suyos demuestran que de hacer política poco pero de despiste mucho.

La nueva declaración dice, textualmente, que existe «un conflicto político entre Cataluña y el Estado español». No, señor Puigdemont, no existe ningún conflicto entre España y Cataluña. Ni entre Madrid y Cataluña. Ni entre la Unión Europea y Cataluña.

El único conflicto lo tienen ustedes, los independentistas, incapaces de darse cuenta de que se encuentran en un callejón sin salida, cada vez más cerca del final del callejón y creen que son capaces de traspasar el muro que les separa de esa huida hacia ninguna parte.

Son como los trileros callejeros que esconden las miserias de su gestión política haciéndonos seguir la pelotita de la independencia mientras estafan y engañan a todos los ciudadanos.

Si seguimos leyendo, veremos que Puigdemont nos dice que solicitan «el legítimo derecho de autodeterminación que tiene una nación milenaria como Cataluña».

Obviando lo de «nación milenaria» por razones más que evidentes, conviene centrarse en la parte más jurídica.

Ya sabemos que los independentistas son expertos en retorcer las leyes, en reinterpretarlas o, llegado el caso, reescribirlas a su gusto pero, vamos a explicarles de forma objetiva los errores que cometen en su alegato constante al derecho de autodeterminación.

Solo tenemos que recorrer dos artículos de la Constitución Española para constatar que nuestra carta magna (aprobada en Cataluña por más del 90% de los ciudadanos) se fundamenta en «la indisoluble unidad de la Nación española».

Por lo tanto, soliciten primero en el Congreso modificar la Constitución y no traten de saltársela sin más.

Atendiendo al Derecho Internacional, ese al que tanto apelan, deberían saber que el derecho de autodeterminación se limita a resolver situaciones coloniales en las que un territorio está separado geográficamente del país que lo administra.

Olvidan intencionadamente que el máximo mandatario de Naciones Unidas les dijo claramente que «Cataluña no está incluida entre los territorios sin autogobierno con derecho de autodeterminación».

Por tanto, ni es legal, ni es demandado, ni solucionaría ninguno de los problemas de los catalanes.

Simplemente es la historia de un engaño. La historia de unos trileros que mientras nos enseñan la bolita de la independencia, nos arruinan económica, social y políticamente.

David Álvaro Politólogo experto en Administración Pública