Inicio Opinión ‘Eliza ya puede ser Nora’, artículo de Josep Maria Pou

‘Eliza ya puede ser Nora’, artículo de Josep Maria Pou

Se representa ahora en Broadway una reposición de ‘My Fair Lady’ en la que Eliza Doolittle, tras oír la famosa frase de Henry Higgins «¿Dónde demonios están mis zapatillas?», se acerca a él, le compadece con la mirada, le da un par de cachetitos en la mejilla y abandona el escenario con paso decidido. Un nuevo final no libre de polémica.

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Siendo el teatro un elemento vivo que camina al paso de la sociedad, es, pues, un elemento en continua transformación. Revisiones y actualizaciones están a la orden del día. Algunas por mero capricho, otras con evidente justificación. Porque, vamos a ver, ¿quién se atreve hoy con una puesta en escena de, pongamos por caso, ‘The Taming of the Shrew’ de Shakespeare, conocida entre nosotros como ‘La fierecilla domada’, (título cursi donde los haya, diminutivo y despectivo al tiempo), sin comprometerse con una clara actitud frente a la desigualdad, el maltrato, el abuso y todo lo que eso comporta? ¿A qué distancia y con qué anteojos hay que sentarse a ver esta historia? ¿Puede uno reírse -e incluso aplaudir al final- con las cuitas de Petruccio y  Catalina como se reían los paisanos de Ludovico Ariosto, allá por el siglo XV?  Sí y no, dependiendo de la lectura que hagan los directores y dramaturgos de hoy de esa farsa de la sumisión de la mujer a la voluntad masculina.

La cuestión del ‘aggiornamento’ es delicada. ¿Quién está autorizado a enmendarle la plana a un autor que no puede defenderse? Nadie se atreve a coger los pinceles para alterar una pintura (obra maestra) que ofende con solo mirarla. Como nadie corta y pega, hasta modificar el argumento, planos y diálogos de aquella película (obra maestra) de mensaje repugnante. El teatro, sin embargo, no sujeto a la tela ni al fotograma, tiene una ventaja, y es que late y respira cada noche de forma distinta. Es así, modulando la intensidad de ese latido y el ritmo de esa respiración, como se puede adecuar al latir y respirar de los tiempos que corren.

Y es así como, hoy, Eliza puede ser Nora huyendo de su casa de muñecas.