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Los españoles se marchan de España mientras el Estado pedalea en bicicleta estática

A. Ávila.- Desde que España formó nuevo Gobierno y pudo -por fin- abrocharse un ajustado vestido azul celeste con ribetes anarajandos, el país pedalea sin moverse del sitio. Los ganadores de las elecciones, hábiles maquilladores, proceden diariamente a sacar rímel y colorete para disimular las arrugas del sistema, sin darse cuenta de que lo que tienen delante son peligrosas grietas.

Los ministros intentan convencer de que se está haciendo un gran “esfuerzo” para alcanzar ese ansiado futuro mejor, situado al doblar la esquina… pero que nunca llega.

Un Estado inmovilista

El Estado ha encontrado en la bicicleta estática la herramienta ideal para hacer ver lo que no es. La mayoría de cargos institucionales, desde los que sobreprotegen a la banca hasta lo que deberían impartir justicia, se ha sumado al pedaleo. Hoy sabemos que a eso de “parecer que se hace, sin resolver” se le llama postureo.

Los españoles llevan años levantándose cada mañana con nuevos casos de expolio al dinero público. Contemplan boquiabiertos cómo la Justicia pasa de soslayo por el clan mafioso de los Pujol. Victoria Álvarez, la exnovia de Jordi Pujol Ferrusola, asegura que el ex molt honorable posee información documentada de políticos, jueces y miembros de la Casa Real con la que chantajea al mismísimo corazón del sistema español. No sé si será verdad, pero desde luego la pieza cuadra muy bien en el puzzle.

Los expatriados en España han aumentado en un 56%

En este contexto, a nadie extraña que -según el INE- desde que se inició la crisis, el número de expatriados haya aumentado un 56% y ronda los 2.500.000. España se empobrece en dinero y población autóctona.

A partir de los 25 años, universitarios y trabajadores españoles, espigan por el mundo las oportunidades que el sistema, preocupado en tapar sus vergüenzas, es incapaz de facilitar.

Los ciudadanos que resisten y que se ven obligados a acudir a las oficinas públicas de desempleo pueden dar fiel testimonio.

Entre los españoles existe la sensación de que la maquinaria del Estado no resuelve los problemas de la ciudadanía

Resulta grotesco comprobar como el antiguo INEM (actual SEPE) destina un importante presupuesto a una pléyade de personas que han opositado para limitarse a extender certificados o sellar un papel. No van más allá. No estudian el currículo del candidato, ni se preocupan por casar la exigua oferta con la ingente demanda. No. Para eso ya existen cientos de plataformas digitales privadas que ofrecen cursos de formación -camuflados entre empleos falsos- y que se lucran con el spam.

Estado ineficaz

Pero la ineficacia del SEPE tiene redoble. Otro séquito de funcionarios, igualmente aburridos, se sitúa -con sus respectivos ordenadores- frente a los anteriores, pero con competencias autonómicas. Ocurre en no pocas comunidades autónomas.

Por poner un ejemplo, en Cataluña se les conoce como los del SOC (Servei d´Ocupació de Catalunya). Tampoco resuelven nada, pero el desempleado catalán tiene la avinagrada sensación de que -por su desgracia- otros tienen trabajo de por vida.

No pasaría nada si las duplicidades inútiles terminaran en la cola del paro. Lo que ocurre es que el chocolate del loro es, en realidad, una kilométrica tableta de cacao que, además de alimentar a la mafia Pujol, también destina tropezones de almendra a una parva de insaciables buitres. Y Jordi lo sabe.

Para dar de comer a tanta fauna resulta imprescindible duplicar el Estado. Así las autonomías se nutren de nuevos cargos, con sueldos poco moderados, cuyas competencias posibilitan insospechados chiringuitos que cubren todos los ámbitos: la sanidad, la enseñanza, la diplomacia… pero también, sectores tan dispares como el deporte, la empresa, el medio ambiente, la pesca, los medios de comunicación públicos o la meteorología. Todo es susceptible de ser duplicado y poder colocar a los amiguetes con su respectiva parentela.

La palabra «esfuerzo» pierde el sentido cuando la pronuncia un político

No importa. Ahí está el inefable Montoro que sigue pensando en cómo subir impuestos sin que se note para que el Estado pueda pedalear en el democrático asiento de su bicicleta estática. La propaganda se encargará de vender las lorzas como un gran “esfuerzo político”.

Lo importante es disimular las grietas con buen maquillaje. Convencer al ciudadano de que la banca no está sobre protegida y de que los Pujol disfrutan de sus millones con libertad porque la Justicia es independiente. Además, el privilegiado desempleado español siempre dispondrá de una legión de funcionarios dispuestos a encogerse de hombros ante su drama.

España pedalea sin moverse del sitio -por eso- hay gente que en 2017 se sumará a los que ya han hecho las maletas. Entre tanto, el Gobierno se encargará de instruirnos sobre la nueva semántica de la palabra “esfuerzo”.

Alejandro Ávila Bello, periodista