Inicio Opinión Esto de las loterías es una filfa, por Josep-Francesc Valls

Esto de las loterías es una filfa, por Josep-Francesc Valls

La lotería moderna española nació en Cádiz unos 50 años antes que la peseta. En efecto, el ministro de Hacienda, Ciriaco González Carvajal, la creó en 1811 para pagar los desastres de la guerra de la independencia. Fue concebida desde el primer momento con afán recaudatorio y ha ido a más. La peseta tuvo que esperar a 1868. La implantó el calafí Laureano Figuerola, flamante ministro de Hacienda del Sexenio Democrático -tan admirado por Ernest Lluch y a quien homenajeó cuando fue sustituida por el euro-. Primero, aparece el juego, que moviliza, tienta e ilusiona; después, la moneda, que asienta.

Estimamos que la recaudación del 6 de enero será del orden de unos 1.000 millones. La del 22 de diciembre alcanzó los 3.600 millones de euros. Si en ambos casos se reparten premios por valor del 70% de lo recaudado, la primera repartirá unos 700 millones y la segunda, unos 2.300.

Entretodos

¿Cuánto gana Hacienda? La última memoria que aparece en la web corporativa de Loterías y Apuestas del Estado, operadora de titularidad pública, corresponde al 2016. De los 8.800 millones de ventas en todas las loterías que la empresa declaró ese año, una vez pagados todos los gastos -entre los que se cuenta la ridícula comisión del 4% a los loteros-, 1.570 se convirtieron en dividendos ingresados al Tesoro Público y 640 en impuestos. Total, unos 2.200 millones de euros. A esa cantidad que ingresa directamente el Estado se suma otro 20% que Hacienda retira directamente de cada premio. Para ser más exactos, habrá que descontar 10.000 euros que se desgravan en la de Navidad y 20.000 en la del Niño. Un 18% más. Total, el 38% de todo lo jugado se va a manos del Estado, y lo cobra además por adelantado. La voracidad fiscal es de tal calibre que no espera a que cada ciudadano ganador devengue sus obligaciones fiscales en la declaración de la renta del año siguiente, sino que lo retira directamente del premio a percibir.

Pedrea

Cada español se gasta unos 20 euros en la lotería del Niño y unos 65 euros en la de Navidad. La primera imparte más reintegros, casi tres veces más que la segunda, por lo que se beneficia un mayor número de jugadores. Pero en ambos casos, lo recibido resulta ser cantidades pequeñas, en la mayoría de casos tremendamente repartidas a base de participaciones. Tanto en el Niño como en Navidad, pocas personas juegan muchos décimos personales que pudieran reportarle cantidades como para cambiarles la vida. Teniendo en cuenta la baja probabilidad de éxito -el 7,82% y el 5,68%, respectivamente-, los pocos ganadores obtienen pellizcos de algún centenar o escasos millares de euros. Si te toca, deberás conformarte con la pedrea.

Forman parte de la fiesta. Los efectos escénicos permitirían deducir que cada año aparecen millones de personas que se enriquecen a base de bien. Pero aquí nadie sale de pobre con estas dos loterías, aunque cualquier dinero que llega siempre sea bien venido para tapar un agujero o darte un homenaje.