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Griezmann se despide del Atlético con otro título, por Emilio Pérez de Rozas

El martes por la noche debatí con uno de los mayores atléticos, según dicen, que existen, José Antonio Martín Petón, el hombre de confianza del mítico Fernando Torres. Petón, voz respetada entre la hinchada del ya olvidado ‘Pupas’, seguía defendiendo (y tuve que morderme la lengua) que Antoine Griezmann no debía jugar esta final y que tanto Enrique Cerezo, el presidente, como Diego ‘Cholo’ Simeone, el entrenador, habían sido unos blandos por haber permitido que su estrella francesa se hubiese burlado de su amado club, de su hinchada, del escudo y de la historia rojiblanca, no solo hablando mal de la entidad y diciendo que su futuro no pasaba por esa camiseta, sino buscándose la vida, ya a mitad de temporada, camino del Barça.

Petón no quería ni verlo en el once titular de Lyon y, quien sabe, tal vez se veía tan, tan, superior al OM, que seguía manteniendo su apuesta de que uno de los mejores futbolistas de la historia del Atlético no jugase en uno de los partidos más importantes de los más de 100 años de existencia del club rojiblanco.

Y suerte, sí, que, como buenos conocedores del negocio y del fútbol, ni Cerezo maltrató a Griezmann ni Simeone le apartó del equipo. Como era de esperar, como no podía ser de otra manera, Griezmann se convirtió en el ‘’puto amo’ de la primera gran final europea, marcó los dos primeros goles atléticos, fruto de su enorme calidad, de su tremenda exquisitez, pues ahí fue donde el francés demostró que será un refuerzo prodigioso para el Barça (bueno, lo sería para cualquier club, incluído, aunque Petón no lo quiera, el Atlético) y también que es de los pocos delanteros, goleadores, realizadores que encienden la luz cuando a los demás se les funden los plomos, en el momento crucial cuando entre el meta Mandanda y el defensa Anguissa le regalaron el primer gol y en el instante en que el no menos prodigioso Koke le obsequió en bandeja un balón que el francés convirtió en una dulce vaselina.

Suerte, Petón, suerte que jugó el ‘maldito’. Y suerte que Griezmann decidió irse en olor de multitudes. Aquí tenéis el título, ser felices, me voy.