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La primavera de los «Pussy hats»

Con mucha frecuencia sucede que las realidades más alambicadas y complejas pueden explicarse con procedimientos muy sencillos y elementales.

Entre ellos, ocupa un lugar de honor el silogismo, que siempre admiré porque con su implacable sencillez era capaz de resolver los problemas lógicos más arduos, de forma parecida a las soluciones matemáticas que aportaba la humilde regla de tres.

Por ejemplo, tenemos el siguiente silogismo, capaz de explicar en dos patadas la complejidad de la situación política americana: los medios de comunicación están totalmente controlados por la plutocracia globalista que conspira por el Nuevo Orden Mundial; los medios de comunicación de todo el mundo están haciendo una descarada y alevosa campaña en contra de Trump; luego Trump es peligroso para el Nuevo Orden Mundial.

También podríamos esbozar un silogismo contrario, vicevérsico: los medios de comunicación están totalmente controlados por la plutocracia globalista que conspira por el Nuevo Orden Mundial; los medios de comunicación de España están haciendo una descarada y alevosa campaña a favor de los podemitas; luego los podemitas son beneficiosos para el NOM. Así de simple, y así de contundente. Blanco y en botella.

Me resulta ominosa y sumamente cansina la pertinaz campaña anti Trump de los medios de comunicación -incluso los aparentemente derechosos-, convertidos alevosamente en un correveidile, en la voz de su amo, en unos sumisos paniaguados de los jerarcas globalistas, que han lanzado una campaña golpista para derrocar al legítimo presidente de los Estados Unidos. ¿Ignorancia o sumisión?

Ya tuve ocasión -en un artículo anterior que dediqué al tema- de demostrar que, tras las aparentes manifestaciones espontáneas anti Trump que se han producido desde su victoria el pasado 8 noviembre, había oscuros intereses emanados de una conspiración dirigida por el multimillonario George Soros, el padrino de esta mafia anti Trump, generoso financiador de la campaña de Hillary Clinton, y de multitud de partidos de izquierda en todo el mundo, cuya misión es subvertir el orden establecido para destrozar las sociedades, llevándola a un caos que reclame el despotismo del NOM. Si para muestra vale un botón, Soros ha donado desde el año 2000 más de 103 millones de dólares a medios de comunicación de todo el mundo. Altamente sospechoso.

Un caso clarísimo de esta injerencia conspiradora es la «Marcha de las Mujeres» que tuvo lugar en algunas ciudades del mundo al día siguiente de la toma de posesión de Trump como presidente. Bajo el hashtag #WomenMarch, tuvieron lugar multitudinarias manifestaciones cuya pretendida espontaneidad es altamente dudosa, pues sorprende que esa marea subversiva se produjera al unísono en lugares muy alejados entre sí, desde Washington hasta Berlín, pasando por lugares tan remoto como Sidney y Ciudad del Cabo.

También es revelador el símbolo utilizado para esta protesta, consistente en un gorrito rosa con orejas de gato, conocido como «pussy hat», donde la palabra «pussy» puede significar indistintamente «gato» o «coño». O sea, que aquí tenemos los coños insumisos, versión americana de las procesiones de los coños insumisos inventadas en nuestra patria. Y es que inventamos horteradas que es una barbaridad.

Pero como los pobres yanquis no tienen semana Santa, ni Macarenas contra las que blasfemar paseando gigantescas vulvas por las calles, pues toma «pussy hats».

Imagino que el gorrito coñero y rosicler era la respuesta de los movimientos feministas al machismo de Trump, expresado preferentemente en aquella declaración suya en la que dijo que él a las mujeres «las agarraba por el coño», aún sin su consentimiento. Sin embargo, a mí me da por pensar cómo es posible que esa frase hortera y macarra convocase multitudinarias manifestaciones en su contra, mientras que los 8 millones de abortos realizados durante el mandato de Obama no han hecho mover ni una ceja a casi nadie.

Si traducimos «agarrar por el coño» al casticismo español, tenemos la apabullante frase -aunque venga de un argentino- «Chúpame la minga, Dominga, que tiene sustancia». Que yo sepa, tal procacidad no ha producido el levantamiento de ninguna Agustina de Aragón, ya que el pampero ese ha hecho fortuna en las tierras mañas.
Tampoco han ido las Femen de turno -fundadas por George Soros, oiga- a cantarle las cuarenta a Turrión por machoalfista, cuando dijo que le gustaría azotar hasta sangrar a una pobre periodista que no pensaba como él.

Pero lo que no admite ninguna duda es el hecho irrefutable de que un número considerable de las organizaciones convocantes de esa marcha son financiadas por el megaconspirador George Soros. Nada nuevo bajo el sol: propongo a los lectores que practiquen el juego de buscar a Wally Soros en muchas de las entidades que participaron en esa marcha. Para ello, basta con poner al lado de la entidad el nombre de Soros.

La periodista de origen árabe Asra Nomani, ex reportera del «Wall Street Journal», ha investigado este tema, y ha concluido elaborando una lista de más de 56 asociaciones subvencionadas por Soros que intervinieron en la «primavera de los coños insumisos» contra Trump. Entre ellas, destaca como un faro la plataforma «MoveOn.org» -que apoyó claramente a Clinton-, la cual, desde el mismo momento del triunfo de Trump, llamó en su web «levantarse y luchar por los ideales estadounidenses».

También destacan en esta conspiración entidades como la gigantesca multinacional del aborto «Planned Partenthood» -que se ve amenazada por la política antiabortista de Trump-, también financiada generosamente por Soros con 21 millones de dólares, cuyo patrocinio también aparece en otros «socios» de la marcha, como la Unión Americana de Libertades Civiles, el Centro de Derechos Constitucionales, Human Rights Watch, People for Bernie, Assata, Assata’s Daughters, el Sindicato de Estudiantes Negros, la Alianza Indecente Sin Miedo, DisruptJ20, la Federación de Aborto Nacional, y Black Lives Matter.
Un caso prístino es el de esta última organización, liderada por DeRay Mckesson, de quien todo el mundo sabe que tiene estrechas conexiones con las fundaciones de Soros, que pretende hacer de él el líder de una revolución por la justicia económica y racial.

Este supuesto «revolucionario» vive en una casa financiada por un miembro de la «Open Society» de Soros, que ha dado a Black Lives Matter la friolera de 33 millones de dólares.
Y, si el gorrito «pussy hat» es su símbolo identitario, es fácil adivinar cuál es el estandarte de esta primavera coñoinsumisa: la bandera arco-iris, santo y seña del «lobby» de la LGTB, abrumadoramente promocionado por los cenáculos globalistas, profundamente hermanado con el feminismo abortista.

O sea, que ahí lo tenemos: el «pussygay hat arcoirisado», anunciando la primavera que viene.