Inicio Opinión Marzà, el nuevo enemigo de las lenguas

Marzà, el nuevo enemigo de las lenguas

Manifestación contra Marzà. Miembros de CINC Levante, Alejandro Nestor, Carlos Ojeda, Antonio Jesús Egido y Pilar Jauregui portando una de las pancartas. En segunda fila, Isabel Bonig, Ciscar y Mercedes Alonso

Marzà pasará a la historia como el Conseller que discriminó la enseñanza del castellano en la escuela. Y como el político que impidió a miles de niños castellano hablantes aprender en su propia lengua en la Comunidad Valenciana.

Por este motivo, cerca de 10.000 personas se han manifestado este último viernes en Alicante para protestar contra la Consellería que dirige el partido político Compromís. La concentración cumplió con creces las expectativas de los convocantes procedentes de la enseñanza pública y de la concertada.

Los participantes otorgan a Marzà el título de “enemigo de las lenguas” por querer imponer el valenciano y prohibir el castellano

Numerosas caras conocidas de la vida política de la Comunidad Valenciana acompañaron a los manifestantes.

CINC, el nuevo partido de centro-izquierda, se sumó a la protesta ciudadana durante las dos horas que duró la marcha y encabezaron uno de los tramos más concurridos. “Estamos aquí porque el Decreto Marzá maltrata las lenguas oficiales de nuestra comunidad. Así de sencillo y así de claro. No se calienten la cabeza. Pueden leerse un decreto de casi cuarenta páginas, pero el resultado es que, a partir del próximo año, los padres no podremos escoger el castellano como lengua en la que queremos que nuestros hijos lean, escriban y aprendan”, afirma Antonio Jesús Egido, Delegado Provincial de CINC en Alicante.

Transgredir derechos civiles

“El Conseller no solo transgrede derechos civiles, Marzà se ha convertido también en un etiquetador” añade Alejandro Nestor, vocal de CINC en la Comunidad Valenciana. “Da igual las advertencias unánimes de psicólogos, pedagogos y expertos sobre las consecuencias negativas de etiquetar a unos niños. A Marzá parece que esto le importa un pito. Él ha decidido que la etiqueta del éxito corresponderá a los niños que hablen valenciano, a quienes premia con la calificación de Niño-Avanzado. Y, a los que hablan castellano, les concede, magnánimo, la etiqueta de básico: usted señora, tiene un Niño-Básico. Penoso. Muy humillante. Da igual que este alumno destaque en todo. Que sea el más brillante de la clase, que tenga la mejor disposición para ayudar a sus compañeros, que nunca presuma de sus logros. Dará igual”. De acuerdo con la opinión de este miembro de CINC, si Marzà le cataloga de “Niño-Básico”, en los certificados y títulos que el alumno exhiba en el futuro, la institución educativa redactará “Cursó la Enseñanza Secundaria Obligatoria en el nivel básico” o algo similar.

Marzà se ha convertido en el primer conseller que practica bullying a niños castellano hablantes al etiquetarlos de básicos

¿Y esto, por qué? ¿qué pecado ha cometido la criatura? La respuesta llega en forma de ironía: “Su falta es querer que en la escuela le enseñen en castellano. Ese será su gran pecado. Imagino que la etiqueta de niño-básico será el castigo que el Buda Marzá le conceda antes de enviarlo al séptimo cielo donde esperará su futura reencarnación en forma de protagonista de Ocho Apellidos Valencianos. Marzà se ha convertido en el primer conseller que practica bullying a niños castellano hablantes al etiquetarlos de básicos.

Ay, ay, ay, Señor Marzá, a los niños no se les etiqueta. Ni en positivo, ni en negativo. En positivo, porque coloca al “niño-avanzado” en situaciones en las que quizás no pueda estar a la altura de esa etiqueta que le ha sido asignada. Y, en el caso de las etiquetas en negativo, “niño-básico”, porque censuran al niño por algo que no es censurable como es hablar el idioma de su familia castellano hablante. En ambos casos, el impacto en la autoestima del niño acostumbra a tener consecuencias lamentables.

Los padres no están dispuestos a que la Administración etiquete a sus hijos

¿Por qué estas etiquetas pueden tener consecuencias? Porque podría darse el caso que, al finalizar los estudios, el alumno, al que Marzà califica de “avanzado por decreto”, no pueda defender adecuadamente su candidatura en una entrevista de trabajo dadas las expectativas creadas por una etiqueta alta. El entrevistador esperará un nivel de respuesta también alto, pero en inglés. Sin embargo, el estudiante será incapaz de producir tal nivel ya que su manejo de una lengua que no sea el valenciano exhibirá las limitaciones propias del nivel intermedio, que es el único que Marzá es capaz de garantizarle en lengua inglesa.

Lamentablemente, el perjuicio del programa de Marzá para quienes marca con el sello de “niños básicos” es bastante peor.  El Conseller penaliza a los hijos, en función de las necesidades y valores del propio Marzà, por una conducta que él considera molesta en los padres: que quieran que el idioma de aprendizaje sea el castellano, durante la primera etapa escolar. En consecuencia, estigmatiza a estos estudiantes con la marca de “básico”, con total indiferencia por los efectos de ser asociado a niño corriente, mediocre, fácil, y simple. El resultado de asignarles “por decreto” una menor capacidad puede estar presente en su vida durante muchos años. Cuando un niño oye repetidamente determinadas categorías referidas a su persona, termina por asumir que es así y, lo que es más doloroso, su entorno social también lo creerá. Los padres no están dispuestos a que esto ocurra y por eso se están movilizando en muchas poblaciones, en particular en la Vega Baja y en el área metropolitana de Alicante-Elche.

Las lenguas tienen dos grandes enemigos: los que las imponen y los que las prohíben

Los psicólogos lo advierten: las etiquetas siempre van a afectar a los estudiantes, por lo tanto, se tienen que usar con precaución. En el caso de la enseñanza de idiomas, el Consejo de Europa, en su programa del MCER, desaconseja el uso de clasificaciones con adjetivos calificativos. Advierte a los educadores y políticos de lo inadecuado de los temimos básico, intermedio y avanzado al referirse al aprendizaje de lenguas. En su lugar, proponen categorías identificadas por las letras A, B, C. Son propuestas que visualizan el avance, el paso de un nivel a otro, pero sin la pesada carga de adjetivos que hacen parecer la superación de niveles como una acción solo apta para atletas como Yelena Isinbayeva, la heroína del salto de pértiga.

“Pues bien” -añade Carlos Ojeda, vocal de CINC en la provincia de Alicante, “Marzà no solo desatiende los consejos de los mayores expertos de Europa en materia enseñanza de idiomas, sino que ha ido y ha vuelto de Finlandia sin haber comprendido los fundamentos del concepto actual de plurilingüismo que tanto predica, pero que en ningún caso práctica. El plurilingüismo se basa en que los niños necesitan recibir la enseñanza en su lengua materna hasta los 9 o 10 años”.

El filósofo e impulsor del Manifiesto por la Lengua Común, Fernando Savater, advirtió que las lenguas «tienen dos grandes enemigos, los que las imponen y los que las prohíben». Todos los miembros de CINC parecen coincidir en que, en Alicante, las lenguas tienen un nuevo enemigo: Marzá, Conseller de Educación. Piden su dimisión.

Por Pilar Jáuregui