Inicio Opinión No digáis nazi en Cataluña en vano, por Antonio Robles

No digáis nazi en Cataluña en vano, por Antonio Robles

El fanatismo nazionalista lleva al hartazgo a los catalanes
El fanatismo nazionalista lleva al hartazgo a los catalanes

Este artículo no tiene otro objeto que dar a conocer un audio sobre la cuestión de la violencia en Cataluña emitido por Luis del Pino, en Esradio. Ya saben, un medio de la caverna mediática que sustituye al hombre del saco. Lástima que estemos en un Estado de Derecho con libertad de expresión, y criterio propio. Con ese criterio, les invito a escucharlo. Es su responsabilidad pensar después lo que les venga en gana. Trata sobre la naturaleza de la violencia. Pero ya que la trata el vídeo, yo lo aprovecharé como excusa para cuestionarnos si el acoso, el chantaje moral de la Alemania nazi expuesta en el audio, se da o no en Cataluña.

 Facha es la palabra preferida

El instrumento de exclusión más utilizado y eficaz del nacional/catalanismo contra los judíos de Cataluña ha sido y es la satanización. Facha es la palabra preferida para imponer una alambrada amarilla entre los buenos alemanes y los judíos. Creo que es necesario aclarar que en Cataluña no hay ni alemanes ni judíos, sino buenos catalanes y españoles. No crean, no es fácil de ver.

Si, ya sé, que es banalizar el nazismo, crear crispación, insultar a Cataluña. ¡Tienen la piel tan fina los que se han pasado la vida insultando, catalogando a los demás de lo mismo que se quejan ahora ante insinuaciones como ésta, que mueven a la piedad!

No les quito razón, cualquier comparación con la agresividad bélica y los campos de exterminio nazis, es una aberración, y una injusta banalización del genocidio judío.  Y menos si la comparamos con esta sociedad nacional/catalanista defensora de la democracia, La libertad, y la no violencia encarnada por gigantes de la humanidad como Luther King o Gandhi. Lástima que los métodos de propaganda y exclusión cultural sean tan parecidos. A los nazis, me refiero.

Hoy en Cataluña se ejerce una violencia moral aún más eficaz que la desplegada por Goebbels. Por una sencilla razón, porque allí se impuso la exclusión y persecución del disidente por la violencia física y la propaganda, mientras en Cataluña, el chantaje moral, la exclusión se ejercen mediante métodos de violencia virtual diseñada con los mismos métodos nazis, pero superada por la ventaja que da la experiencia histórica.

La calle es de los lazis

Explica Luis del Pino, que el libro “La toma del poder por los nazis” de William Sheridan Allen cuenta en uno de sus capítulos cómo en el pequeño pueblo alemán de Northeim, la simple presión ante la puerta de una librería regentada por un judío a los clientes que querían entrar, llevó al dueño a cerrarla en 1932. Un buen día se apostaron a la entrada dos nazis, que amablemente preguntaban a cualquier cliente que se acercaba si sabía si esa librería era de un judío. Después de varias semanas, el dueño cerró su negocio. No medió violencia, pero la sutil presión y el estigma acabaron minando el valor del judío y contaminando la mirada de los clientes.

Y ahora, párense un momento a pensar, a recordar y rememorar cuántos actos de presión, de acoso, de chantajes morales, incluso de violencia explícita se han dado y se dan en Cataluña. Cuántos padres han sido satanizados por pedir enseñanza en su lengua materna hasta hacerles la vida imposible y obligarles a cambiar de colegio, de cerrar su negocio o irse de Cataluña. No viene de ahora, ya en los ochenta se inició con una familia que se fue a Santander por ello, y en el 1995 otra tuvo que llevar a sus tres pequeños con sus abuelos a un pueblo de las Alpujarras (Granada). Pertenecían a la Asociación de madres de Salou (Cadeca). A su vicepresidenta la secuestraron, la llevaron a un descampado, le dieron una paliza y le quemaron el coche allí mismo. Hay miles de casos, la mayoría prefirieron callar. Aún hoy hay miedo a significarse. Desde entonces ¿cuántas familias de Mataró, de Tarrasa, de Gerona, de Balaguer… han pasado por calvarios parecidos? ¿O qué es sino esa ridiculización y falsificación de la reivindicación de unos padres hispanohablantes emitida por TV3 hace unas semanas?

Pero los dos lazis apostados en las puertas de cualquier pueblo de Cataluña, de cualquier manifestación constitucional, de cualquier acto académico de cariz cultural español en nuestras universidades, ¿no hacen los mismo? ¿O acaso los dos lazis que alegan que las calles son suyas cada vez que cualquier otro grupo pretende manifestar su opinión, no hacen lo mismo? Reflexionen, ¿cuántos lazis con el lazo amarillo a la solapa nos acosan en silencio, o agraden sin contemplaciones a grupos de limpieza que retiran alambradas amarillas del espacio público? ¿Cuántos lazis le niegan el derecho a colgar la bandera española a unos ciudadanos, que ellos mismos ejercen con total impunidad con las suyas? Reparen, piensen. Está tan generalizado el abuso, el desprecio, la exclusión; están tan acostumbrados al delito y la impunidad institucional, que han acabado por aceptar dos lazis con lenguaje democrático y ejerciendo de víctimas en la entrada de sus derechos, impidiéndoles ejercerlos. Nos hemos acostumbrado incluso a la violencia explícita, como la de los CRD que apedrean cualquier manifestación que no comparta sus ideales étnicos. O a las declaraciones supremacistas de políticos que lo mismo mandan a la líder de la oposición de vuelta a Cádiz, como catalogan a los españoles de bestias carroñeras y víboras.

El triunfo de aquellos dos nazis a la puerta de la librería de aquel judío en la Alemania de 1932, fue un símbolo premonitorio del triunfo del nacionalsocialismo. No permitamos que en Cataluña triunfe el nacional/catalanismo a base de prostituir palabras tan hermosas como libertad y democracia apostándose en las portadas de Catalunya Radio, TV3, en las direcciones de los centros educativos, en las instituciones democráticas, en los presupuestos de la Generalidad, en las iglesias y mezquitas, en el control y compra de la inmigración, en los clubs de fútbol y acontecimientos deportivos…