Inicio Opinión No disparen al pianista, por Enric Hernàndez

No disparen al pianista, por Enric Hernàndez

El ensayo de deshielo en las relaciones entre la Generalitat y el Estado se asemeja, paradójicamente, a un bosque tras la sequía: cualquier chispa puede prender un incendio devastador. La responsabilidad social de los medios de comunicación serios pasa por no tirar colillas en los matojos resecos; la de los políticos, por remojar las brasas en vez de atizarlas.

La pasada semana, alguna cabecera jugueteó con el mechero al pronosticar sin fundamento que en su conferencia de este martes el ‘president’ Quim Torra, como en su día Carles Puigdemont, plantearía otro órdago al Estado: referéndum acordado o ruptura unilateral. Preguntado por tal especulación en Iberoamérica, el presidente Pedro Sánchez entró al trapo al sugerir que a su Gobierno no le temblaría el pulso si tenía que echar mano, de nuevo, del 155. El ‘y tú más’ entre ambos presidentes se quedó en mera serpiente de verano: ni la agenda del Govern comporta reabrir la traumática puerta de la unilateralidad –no hay consenso social para ello ni acuerdo entre ERC Junts per Catalunya, con permiso de Puigdemont–, ni el Ejecutivo socialista tiene en mente suspender la autonomía catalana. 

La hoja de ruta pespunteada por Torra en el Teatre Nacional de Catalunya habrá decepcionado sin duda a la cofradía de los hiperventilados, muy ruidosos en las redes sociales pero sociológicamente poco representativos. Hasta 25 veces apeló al «diálogo», la «negociación», a la necesidad de sentarse, hablar, escuchar… Ni una sola invocó la fracasada vía de la unilateralidad.

Corrigiendo los errores cometidos por sus predecesores, el ‘president’ no puso plazos para el anunciado advenimiento de la república catalana, ni para la reedición de otro 1-O, ni para la activación de ninguna acción de desobediencia con que la Generalitat pudiera tensar nuevamente las costuras del Estado. Solo llamó al independentismo a protagonizar una «marcha permanente por los derechos civiles», aún por concretar, y a crear un foro cívico y social que, al margen de las instituciones, involucre a la sociedad en un «debate constituyente». En última instancia alertó de que, de condenar el Supremo a los líderes independentistas, comunicará al Parlament unas «decisiones» que afectarán a su futuro o al de la legislatura. Y poco más. Puro ‘procesismo’.

MÍNIMO COMÚN DENOMINADOR

Los fanáticos del ‘tenim pressa’ tendrán que tomárselo con calma. Quienes asaetearon al preso Oriol Junqueras por apelar a la concordia y el entendimiento en un artículo en EL PERIÓDICO ya tienen otra diana donde lanzar sus dardos. Están en su derecho de disparar al pianista, pero yerran el objetivo.

Porque Torra se limita a sintetizar el mínimo común denominador entre las fuerzas independentistas: defensa del 1-O, a falta de un referéndum pactado; renuncia a la estéril unilateralidad; y denuncia de la situación de los políticos presos. Ir más allá no solo fracturaría aún más la sociedad catalana; también acarrearía la implosión de la frágil mayoría independentista