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No es por no ir

Estos botiflers proclaman su República y quieren presentarse a las elecciones en la Monarquia de los demás. Cinco dias después de cometidos los hechos una banda de delincuentes televisados in fragantti y su jefe, continúan en libertad. Prepotentes el viernes, huidos el sábado. Lo último no parece de Puigdemont sino de Mota: «No es por no ir….»

El aparato del estado es lento como un elefante. Exasperante. ¿Se imaginan esta tardanza con unos alzados pegando tiros? No es el caso, pero hubiera podido serlo y la grave impresión es que hubieran tardado parecido.

La propia querella del fiscal general habla de delito continuado, de hechos cometidos durante muchos tiempo, que «culminan» en la declaración de independencia del 27 de octubre. Luego delito, habia mucho antes. Peligrosidad, mucho antes. Daños innumerables, mucho antes. Alarma social, ni te cuento.

Esa tardanza del Estado que respeta fines de semana y fiesta de guardar, es la que hace que estos cobardes, aún temblando, con su «No es por no ir….» siguen perturbando nuestra convivencia con su matraca, que durará tanto más cuanto menor sean los actos y gestos de autoridad del Estado.

La lentitud que ha exhibido el Estado frente a los insurrectos en toda esta historia durante los últimos meses hasta la declaración y el 155 que hoy parece comenzar a reconducirse, por mucho que se justifique en la prudencia, no ha hecho si no agravar las cosas.

Resulta por otro lado evidente que, aparte de lo que diga la justicia, los separatistas son tres cosas: Manipuladores, sobraos, mentirosos y pesaos. Estos botiflers proclaman una República y quieren presentarse a las elecciones en la Monarquia, -Más está ya cogiendo sitio- mientras los otros proclaman Repúblicas de minutos e incluso de segundos.

Estos fans de Tintin, detalle que revela el infantilismo de su rebelión, fueron por delante del Estado durante todo el proceso y continúan con su tomadura de peluquín y sus maniobras de distracción repartiéndose la tarea, escondidos en un coche hasta Bruselas, o en Barcelona, un dia clamando a la resistencia y la otra perdiendo el culo o los papeles, pero toreando al Gobierno a través de los medios de comunicación, mientras no sientan el aliento de la justicia.

Es cierto que quien echa un pulso al Estado, lo pierde. Pero también que quienes se oponen revolucionariamente a un poder largo tiempo establecido desarrollan estrategias, tretas y emboscadas más rápidas y flexibles que el rígido y lento Estado, pues recurren a cualquier cosa: lo mismo el engaño, que la mentira, que la traición.

La banda de los cinco, luego siete, que dejó a Junqueras en tierra, por algo será, vienen a Madrid a intentar otra pantomima más, con el presidente del gobierno «en el exilio» ruedas de prensa y otra payasadas, prolongándonos su cansina tortura y su coñazo interminable.

Sea como fuere, parece ser que con orden europea inmediata de detención de por medio, éste debiera ser el final de la escapada de Puigdemont, con la presión internacional que haga falta y sin dilación. Estos líderes separatistas desafiantes y mendaces pretenden seguir burlándose del pueblo soberano y sus gobernantes.

Estos que han conducido a su pueblo a la ruina y para taparlo han sido capaces de organizar lo que hemos visto, llevando a todo un Estado a una tensión inaceptable y una alarma permanente, que despues de proclamar una república han huido como ratas, deben comparecer ante la justicia y a responder de sus gravísimos actos. Voluntariamente o a través de una orden europea de detención, por los pelos.