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Propaganda independentista permanente en las escuelas públicas catalanas

La Assemblea Nacional Catalana (ANC) reparte panfletos por las escuelas públicas de Barcelona

Durante la primavera de 2016, Jordi Sánchez (presidente de la Asamblea Nacional Catalana), acudió personalmente a las instituciones del Ensanche barcelonés con el objetivo de presentar el boletín Eixamplem. Este panfleto, impulsado por la Assemblea Territorial de l’Esquerra de l’Eixample per la Independència, persigue “ensanchar” la base social del independentismo en el distrito. El boletín está a disposición de los ciudadanos en algunas escuelas públicas de la zona.

Desde entonces, cada vez que sale un nuevo número de Eixamplem (han sido cinco hasta la fecha), los voluntarios de la ANC se acercan a las conserjerías de los centros educativos para ponerlo a disposición del personal docente, las familias y los alumnos. En algunas escuelas (Por ejemplo: IES Viladomat y CEIP Diputació) el boletín de la ANC es la propaganda más visible.

¿Quien quiere pertenecer a un Estado como este?

Por motivos socioeconómicos, la integración de la asociación independentista en la actividad vecinal de los barrios del Área Metropolitana de Barcelona es mucho más difícil que en las poblaciones pequeñas y del interior de Cataluña. Pero desde sus orígenes, la asamblea ha utilizado las fiestas de algunos barrios para abrirse paso. Siempre con especial interés en la infancia y la juventud. Durante 2013 y 2014 organizó “meriendas populares”, juegos, charlas y coloquios, etc., dónde los argumentos a favor de la secesión aparecían integrados en el evento, pero sin ser el tema protagonista.

En los últimos meses, los folletos de Eixamplem han empleado la misma técnica. Un titular inocente con temas de interés vecinal (en su último boletín [imagen 3], con la pregunta ¿Alargar las obras de La Sagrera – San Martín más que las de Sagrada Família?) y a continuación un texto en segundo plano dónde las tesis de la ANC aparecen con un lenguaje mucho más agresivo y directo: en este número, bajo el título ¿Quién quiere pertenecer a un estado como este? (refiriéndose a España).

Identificación de independencia con libertad y democracia

La sección, firmada por la editorial, hace campaña a favor de algunos miembros de los partidos políticos que gobiernan la comunidad autónoma (Junts Pel Sí y la CUP). En el boletín número 3 se define como “profesiones de alto riesgo” a bomberos, corresponsales, mineros, escoltas y “defensores de la libertad y la democracia”, entre los que se incluye a los políticos juzgados por la consulta independentista del 9N. Existe una presencia redundante de la identificación entre “independencia” (de un territorio; en este caso Cataluña) con la “libertad” y la “democracia”.

Que el nacionalismo sea una ideología respetada en las escuelas públicas es un peligro que acecha a varias regiones de Europa y atenta contra la libertad intelectual de los individuos de las generaciones futuras; que una organización de carácter político reparta propaganda por los centros educativos de un Estado de Derecho es una ilegalidad que rompe el principio de neutralidad de las instituciones públicas; y que el personal docente y directivo de estos centros tenga una actitud de compadreo y haga la vista gorda ante esta y otras acciones es un acto de cobardía imprudente.

Escuelas públicas como trinchera

La población catalana cada día es más consciente de los abusos de las élites nacionalistas, pero las escuelas públicas son una trinchera donde aquél que promueve la ideología dominante acompleja al que la denuncia ante la mirada cómplice del que alega que “los alumnos no se enteran de estas cosas”. El disidente queda doblemente subyugado: por discrepante y por “paranoico”.

Pero no hace falta iniciar un debate cada vez que percibamos la injerencia del nacionalismo en las escuelas. Tenemos derechos, argumentos y libertad de conciencia. Hoy más que nunca debemos preguntarnos como se ha creado este clima de tolerancia ante la injerencia de unas pretensiones partidistas en la educación. Si durante la campaña electoral viniera un simpatizante del PP o del PSOE a repartir folletos, ¿qué haríamos? ¡Tirarlos a la basura! Pues es hora de acabar con esta campaña electoral permanente; de coger las esteladas, los abecedarios de la independencia y los panfletos de ciertas organizaciones antidemocráticas para sacarlos de las escuelas y dejarlos en su sitio: el pasado.

Por Xiela Sarerreh