Inicio Opinión Puigdemont y el porno, por Emma Riverola

Puigdemont y el porno, por Emma Riverola

Ya se sabe, el mal porno es mecánico, aburrido, estereotipado, rompe la poesía del erotismo y se convierte en una sucesión de posturas tan reiteradas como poco sorprendentes. Ahora ‘el misionero’. Después ‘el perrito’… ¿Y haciendo el pino?

Puigdemont convocó a la prensa el pasado miércoles. No hubo novedades. Que si el pueblo para arriba y el pueblo para abajo (algún día tendrá que atreverse a calificar a la mitad de los ciudadanos de Catalunya que no considera pueblo), que si la “casa de la república” en Bélgica, que si “el mandato de la gente”… Exigencias por aquí, amenazas por allá y, cómo no, alguna lección sobre la “esencia de la democracia”. Posturas y más posturas de ese hombre que declaró la independencia y se largó. Él que ganó unas elecciones con la firme promesa de regresar y no lo hizo. El mismo que, desde la insignificancia, fue puesto a dedo en la presidencia y ahora juega a ser la mano del dios del ‘procés’ versión 3.0.

Entretodos

No se puede negar el carisma del ‘expresident’. O la gracia que algunos le arrogan. A veces, con una desvergüenza hincada en la mezquindad. Ya han surgido las primeras voces que, para ensalzar el aventurerismo de Puigdemont, desprestigian la opción de los que se presentaron ante la justicia. Su acto no fue de sometimiento, sino de honradez. Y una dolorosa realidad. Más aún al sufrir una prisión preventiva abusiva y una acusación por inverosímil al no haber habido violencia. Frente a la dignidad de la prisión está la vileza del postureo.  

La esencia de la democracia que pregona Puigdemont se quebró en el Parlament el 6 y 7 de septiembre cuando los independentistas quebraron todas las legalidades. También el 1 de octubre. Porque, aunque el referéndum fue reprimido con una violencia policial injustificada, de él no puede derivarse ningún mandato, ya que no reunió las garantías mínimamente aceptables.

Democracia es respetar todas las posturas ideológicas, defender el derecho a expresarlas en total libertad y no utilizar a las instituciones de forma sectaria. Lo otro es pornografía.