Inicio Opinión Quim Torra dinamita la Crida, por Xavier Bru de Sala

Quim Torra dinamita la Crida, por Xavier Bru de Sala

Probablemente, el ‘president’ Torra no tiene suficiente capacidad de análisis político para descubrir que acaba de poner dos cartuchos de dinamita a la Crida, el movimiento que pretende convertirse en el hegemónico del independentismo. La culpa es de Puigdemont, por poner a un vicario, no un rector ni un obispo, en el lugar que debería cubrir un cardenal, mejor si se sabía de memoria el ‘Breviario de los políticos’, de Mazzarino.

El proyecto de la Crida, liderado primero por Puigdemont y pronto por Jordi Sànchez, combinaba desde el principio el realismo con la estrategia de la tensión. Realismo en el Govern, tensión emocional. ‘No surrender’ desde la Generalitat pos-155. Complicado pero posible mientras las dos líneas se mantuvieran paralelas. Ahora bien, cuando se pasa de la tensión emocional a la tensión en la calle, que es lo que ha propiciado Quim Torra, las dos líneas dejan de ser paralelas y se vuelve imposible avanzar con un pie a cada lado.

O absurdo o precipitado

Todo político debe de saber medir las consecuencias de sus palabras. Animar a los CDR que luego deberá zurrar, o es absurdo o es premeditado. Peor aún mencionar la vía eslovena, justo ahora, en el momento más delicado. O Torra no sirve para vicario o es un infiltrado de los CDR y asimilados que entienden el retorno del 155 como un paso imprescindible para alcanzar la cima de la independencia por la vía rápida.

Entretodos

No es eso, compañeros, no es eso. La estrategia de la Crida para ocupar el espacio de la antigua CDC pasaba por mantener las dos vías en paralelo y por un éxito político rotundo antes de las municipales.

La negativa inicial del PDECat a la Crida contaba con un plan B bastante bueno: abonar bajo cuerda la dispersión de las candidaturas independentistas, cuantas más mejor, para unificarlas todas a última hora. PDECat, Mascarell, Graupera, ANC… Una sola lista, por favor. Vale. Todos de acuerdo. Gran foto para Puigdemont en Waterloo que se retiraría así del día a día político y cedería el relevo a Jordi Sànchez. La Crida lo ha conseguido, nuevo líder, unidad, unidad, unidad. Sànchez, el Nelson Mandela y el Mahatma Gandhi de Catalunya. A ver si ERC habría sido capaz de resistirse.

Con las declaraciones y los gestos de los últimos días, Quim Torra acaba de dinamitar, como hemos dicho, esta finísima estrategia tejida por manos que saben moverse a caballo de la política y las emociones colectivas.

¿Y ahora qué? ¿Esta ya todo perdido? Depende del propio Torra. Puede rectificar, enviar a los CDR a casa y ofrecerles sus disculpas al igual que el ‘conseller’ Buch las ha pedido a los Mossos. Puede asumir en un discurso que los peajes todavía no son nuestros e invitar a Pedro Sánchez a una reunión cordial y constructiva. O puede irse y dejar lugar al Mazzarino del independentismo, ahora candidato autónomo a la alcaldía de Barcelona. Las dos opciones son dignas. Lo que resultaría indigno es continuar por el mismo camino y propiciar una separación aún mayor entre la vía del realismo en el Govern y la de la tensión emocional trasladada a la calle. La Crida puede soportar uno o dos cartuchos de dinamita, no media docena cada semana.