Inicio Opinión Solución salomónica, por Olga Grau

Solución salomónica, por Olga Grau

Pedro Sánchez está demostrando capacidad de reacción ante acontecimientos inesperados. Cuando un barco lleno de inmigrantes flotaba a la deriva frente a la costa italiana, el recien nombrado presidente del Gobierno lo acogió en España y llegó a su primera Cumbre Europea como el gran aliado solidario de Angela Merkel.

La jugada de la oportunidad se le ha vuelto a presentar ahora a instancias del sobrevenido desastre organizado por el Tribunal Supremo. El alto tribunal se ha autodeslegitimizado a sí mismo al enmendar su propia doctrina sobre quién debe de pagar el impuesto que grava a las hipotecas. Después de que una sala especializada en temas tributarios considerara que el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados (AJD) debe correr a cargo de los bancos, no de los clientes como en las dos últimas décadas, el martes el Tribunal Supremo revisó su propia doctrina, algo inédito, y decidió que debían seguir pagando los clientes.

Sánchez ha dado un golpe de efecto al anunciar que modificará el reglamento para que sean las entidades financieras las que paguen. Con esta decisión salomónica, el presidente del Gobierno contenta a los clientes, que dejarán de sufragar, al menos directamente, este impuesto que va a parar a las arcas de las comunidades autónomas. Otra cosa es si los clientes acabarán pagando este tributo por la puerta de atrás si los bancos deciden repercutir este mayor coste en el precio de las hipotecas, lo que parece lo más probable.

Entretodos

La banca también se da por satisfecha, sobre todo porque estaba muy preocupada por si se imponía la retroactividad y se les obligaba a devolver el dinero del impuesto de ejercicios anteriores. Podemos, que ha llamado a la gente a manifestarse por la injusticia, también se queda sin discurso. Será difícil que la decisión de Sánchez encuentre oposición en el Congreso. Y, por último, el Gobierno se ahorra el mal trago de eliminar el impuesto y dejar un agujero en las arcas autonómicas, que aplauden con las orejas.

La secuencia se completa con el anuncio del Gobierno de crear un ente para la protección de los consumidores de productos financieros. Magistral forma de tapar el hecho de que nadie ha protegido a los clientes de los abusos de la banca apoyada por el los sucesivos gobiernos en los últimos 40 años.