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Cómo responden los seres humanos y su microbiota intestinal a las hormonas vegetales

Publicado 24/08/2017 7:14:41CET

MADRID, 24 Ago. (EUROPA PRESS) –

Un plato de ensalada contiene más que vitaminas y minerales. La materia vegetal también incluye restos de las hormonas que producen las plantas para controlar cómo crecen, envejecen y administran la ingesta de agua. Recientemente, los científicos han reportado que nuestros microbios intestinales y células pueden responder a estas hormonas e incluso producir moléculas similares.

En un artículo de opinión publicado el 22 de agosto en la revista ‘Trends in Plant Science’, investigadores de Francia exploran cómo las hormonas vegetales pueden influir en la salud humana.

«Sabemos que la microbiota intestinal está involucrada en enfermedades humanas y que los microbios pueden biosintetizar las hormonas vegetales que afectan a los seres humanos, por lo que tiene sentido investigar las interacciones entre microbios y animales desde la perspectiva de las plantas», dice uno de los autores del trabajo, Benoît Lacombe, del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia.

Por ejemplo, los microbios intestinales y los factores dietéticos se han vinculado a la enfermedad inflamatoria intestinal y aflicciones similares, aunque los mecanismos precisos siguen sin conocerse. La hormona vegetal ácido abscísico (ABA, por sus siglas en inglés), que se sintetiza para alertar a la planta de las condiciones de sequía, puede empeorar la inflamación, mientras que otro conjunto de hormonas, los ácidos giberélicos (GAs), reducen la inflamación.

DIETAS ESPECÍFICAS PARA COMBATIR TRASTORNOS INFLAMATORIOS

Los investigadores sugieren, por lo tanto, que la síntesis de estas hormonas por los microbios intestinales podría ser responsable de su complicado y contradictorio impacto en las enfermedades inflamatorias. También añaden que podrían emplearse dietas ricas en GA, por ejemplo, con granos y espinacas, para combatir los trastornos inflamatorios.

«Lo fascinante es que las personas ya recurren a los microorganismos para aumentar su salud, eso es lo que están haciendo cuando usan probióticos –señala Lacombe–. Pero realmente no entendemos por qué algunos de estos probióticos funcionan y otros no; si están regulados por hormonas vegetales, entonces la ingesta de esas hormonas en semillas y verduras podría tener el mismo resultado».

Otro ejemplo del impacto de la hormona vegetal en la salud humana es la estimulación de un aumento de la captación de glucosa por ABA. Por esta razón, los investigadores señalan que el consumo de frutas y verduras ricas en ABA, como los albaricoques, que han estudiado especialmente, así como las manzanas, las zanahorias y las batatas, podrían ayudar a aliviar los aspectos de la diabetes.

Otra hormona vegetal, el ácido indolacético (IAA), mata a las células cancerosas tras la exposición a colorantes que se activan con alta energía en la terapia fotodinámica. Los investigadores añaden que ciertas hormonas vegetales incluyendo IAA deben analizarse más en cuanto a su acción antitumoral, dado que alteran el ciclo celular de maneras prometedoras para eliminar células cancerosas.

SIMILITUDES MOLECULARES, POSIBLES CAUSANTES DE PROBLEMAS EN HUMANOS

En cuanto a por qué las hormonas que mantienen las plantas sanas y fuertes también tienen una variedad de consecuencias para los seres humanos, los científicos dicen que una causa plausible son las similitudes en las formas moleculares. «La explicación más probable es que las hormonas de las plantas están estructuralmente relacionadas con algunos metabolitos en los animales, incluyendo a los humanos –argumenta Lacombe–. Tal vez tomes ‘Aspirina’, por ejemplo, para detener el dolor y la inflamación; pero la molécula de la ‘Aspirina’ se parece mucho a la molécula del ácido salicílico, que como una hormona hace muchas cosas para las plantas».

La coevolución también podría ser parte de la explicación. «Hemos evolucionado en un entorno que incluye plantas y microbios mientras que consumimos hormonas vegetales», dice la primera autora Emilie Chanclud, investigadora postdoctoral previamente en el Instituto Nacional de la Investigación Agronómica y ahora en el Laboratorio Sainsbury, en Reino Unido. «Tenemos IAA y ABA en nuestro cuerpo, e incluso si no sabemos de dónde vienen, podemos haber desarrollado formas de responder a ellas con el tiempo», añade.

Aunque los investigadores advierten que se necesita más trabajo para establecer las hormonas de las plantas como la causa de la acción microbiana, así como investigar si el proceso digestivo limita su función, dicen que las hormonas de las plantas pueden replantear cómo pensamos sobre la nutrición. «Estamos hablando de una manera diferente de evaluar la calidad nutritiva de las frutas, verduras y los granos al considerar las hormonas de las plantas en lugar de clasificaciones amplias como las grasas y las fibras», concluye Lacombe.