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Contra la obesidad, bebidas azucaradas con impuestos

La Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC) se ha posicionado «a favor» del impuesto especial sobre bebidas azucaradas, ya que su consumo regular en una dieta «es uno de los elementos que más ha contribuido al aumento de la tasa de obesidad«.

En un documento publicado con motivo del Día Mundial de la Alimentación, celebrado este miercoles, los médicos instan a aplicar un impuesto del 20% sobre el precio básico de estos productos. Según sus cálculos, se podría lograr una reducción efectiva del consumo de calorías en la dieta del 4,7%. Este porcentaje se traduciría en una pérdida de peso corporal de 725 gramos por año como promedio.

«La batalla por los impuestos sobre las bebidas azucaradas ha empezado ya a nivel mundial, y es la Organización Mundial de la Salud (OMS) la impulsora», explica Rodrigo Córdoba García, coordinador del Grupo de Educación Sanitaria y Promoción de la Salud del Papps de semFYC. Cataluña empezó aplicar el impuesto en mayo de 2017 y los datos de diferentes estudios independientes han mostrado una reducción del consumo.

La semFYC explica que una lata de refresco contiene alrededor de 35 gramos de azúcar y se corresponde con 140 calorías. De hecho, se ha constatado que las personas que consumen dos o más bebidas azucaradas por día tienen el doble de riesgo de tener síndrome metabólico, aumento de triglicéridos y disminución de colesterol HDL o colesterol ‘bueno’.

Junto a estas medidas, consideran «clave e indispensable» la ubicación en los vegetales frescos en la base de la pirámide nutricional, como «fundamento de una alimentación saludable, a consumir en todas las comidas del día», así como la reducción en las recomendaciones del consumo de alimentos ricos en hidratos de carbono, de cualquier origen, no sólo azúcares.

La semFYC también destaca la necesidad de que el alcohol «quede fuera de una guía de alimentación saludable» (en alusión a la afirmación “una copa de vino al dia es bueno”) y se promueva la reducción del consumo de alimentos ricos en azúcares. El objetivo es hacer frente al aumento de casos de patologías crónicas de enfermedades no transmisibles que, según datos de la OMS, representan en todo el mundo más del 70% de las muertes anuales. «No existe consumo sin riesgo y que cualquier ingesta de alcohol entraña riesgo para la salud», argumentan.