Comer sano o gastar más dinero. Una disyuntiva ante la que los españoles lo tienen claro… o no tanto. Después de que, desde hace más de treinta años, nuestro país hubiese abandonado, poco a poco, la dieta mediterránea por falta de tiempo o por apostar de manera irracional por la comida rápida, el panorama alimenticio asiste a otra vuelta de tuerca. En la actualidad, el mercado de productos de alimentación ecológica en España ha tenido en 2017 un crecimiento de un 14%, frente al 2% de los alimentos convencionales. En este sentido se reafirma la información facilitada por NC Report, según la cual el 75,5% de los consultados dicen ser consumidores de alimentos ecológicos.
Con todo, queda mucho camino por andar… si lo que se desea es recorrer esta senda, claro. Mientras que en España sólo el 42% de los hogares compra productos ecológicos, la media europea se sitúa en el 80%. De esta situación, del hecho de que en España no se apuesta con determinación por los alimentos «verdes» está que al menos un 37,1% no está dispuesto a pagar más y prefiere mantener los viejos hábitos de cosumo.
Además, la vieja picaresca está más presente que nunca: el 40,2% no se cree que lo que se vende como alimento ecológico realmente lo sea; o un 20,6% no sabe o no contesta sobre el asunto. Las dudas ocupan un espacio principal y son un relevante impedimento para que este tipo de alimentos crezcan en el mercado y en la vida diaria de los españoles. La puntilla la da el resultado de que el 42,8% cree que la mercadotecnia planea sobre lo «bio». Difícil luchar contra la desconfianza.
