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La importancia de las palabras en la consulta

Un momento especialmente delicado es cuando se ha de transmitir los resultados de las pruebas médicas o de la evaluación psicológica, ¿qué decimos y que callamos? y sobre todo ¿cómo lo hacemos? Porque el efecto en el paciente será determinante en el proceso curativo. La psicóloga Gloria Martínez Ayala del Centro Médico Garos ofrece una serie de consejos para estos momentos que se dan en la consulta.

Reconocer el sufrimiento y situación de angustia de la persona que busca ayuda para mejorar su problema. Empoderar, hacer que se siente fuerte, capaz de trabajar en la dirección que se decida para mejorar su situación.

Estimular, animarle por su esfuerzo, primero acudiendo al profesional médico solicitando ayuda y después por su compromiso en el tratamiento o terapia que se decida aplicar.

Agradecer, cada uno de sus esfuerzos por cumplir con el tratamiento, participar en la terapia, su trabajo aplicando nuestras recomendaciones.

El profesional de la salud y psicoterapia, debería disponer de las siguientes habilidades que aplicaría en su práctica clínica: competencias de inteligencia emocional, neutralidad (no debe juzgar), capacidad de escucha, seguridad en sí mismo (el paciente necesita alguien que le transmita seguridad, que sabe lo que dice y hace para poder confiar en él), respeto al paciente, empatía (intentar ponerse en el lugar del paciente), calidez, entusiasmo, flexibilidad.

En un mundo cada vez más complejo y tecnológico, con un arsenal de recursos clínicos y farmacológicos, a menudo es fácil olvidar lo básico, lo simple, dando un gran peso a complicados tratamientos y a fármacos de nuevo cuño, con resultados pretendidamente “mágicos”, si bien es legitimo y adecuado beneficiarse de esta amplia oferta. El apoyo incondicional, la confianza, el respeto, el cariño… que mostramos a nuestros pacientes, nunca debe olvidarse, porque “hay palabras que curan” y curar o al menos mejorar, es lo que todo buen clínico y profesional de la salud desea.

Decía Quevedo que “las palabras son como las monedas, que una vale por muchas como muchas no valen por una”. ¿Son tus palabras valiosas?

Los humanos tenemos la habilidad del lenguaje que nos permite comunicarnos con otros, expresando nuestros pensamientos, sentimientos e ideas. Por tanto, lo que decimos y en qué forma lo hacemos reflejará también nuestro nivel intelectual, moral y espiritual.

De la comunicación verbal a la escrita, desde distintos medios y soportes, nos llegan cada día miles de mensajes, inundándonos de información variopinta que, en muchos casos, no somos capaces de decodificar y procesar por lo extenso y diverso. Los mensajes que recibimos nos influyen, haciendo que nos sintamos felices, complacidos, indignados, heridos, indiferentes … llevándonos a tomar posturas concretas en cada caso.

Las palabras son poderosas y con ellas podemos curar o herir, de ahí la importancia de qué decimos y cómo lo hacemos. Cuando alguien está enfermo, triste o deprimido, las palabras de apoyo que recibe de su círculo familiar o amistoso, le ayudarán a resistir la situación y superarla, o le sumirán aún más en su situación, aunque en muchos casos se requiera de la ayuda médica o psicológica especializada.

Políticos, profesores, predicadores religiosos, científicos y divulgadores diversos, usan la palabra para transmitir sus mensajes e influir en sus oyentes. Quienes nos dedicamos a profesiones relacionadas con la salud, ya sea física o mental, sabemos por experiencia propia, que no son los tratamientos de manera aislada y las terapias” las que curan” es la relación con el médico o terapeuta lo verdaderamente decisivo.

La confianza en el profesional, el apoyo incondicional que el paciente recibe de él, la alianza que se estable entre el médico o terapeuta y el paciente, tiene un efecto verdaderamente curativo y contribuirá al seguimiento por parte del paciente en el tratamiento y al éxito del mismo.

En el área de la psicología, dice Bordin que la alianza es el “Vínculo entre paciente y terapeuta que «probablemente se siente y expresa por medio del aprecio, la confianza y el respeto mutuo, y por la percepción de que existe un compromiso común y una recíproca comprensión de las actividades psicoterapéuticas» . Sin ese vínculo ningún tratamiento funcionará, o dicho de otra forma no importa la corriente o el paradigma en que esté encuadrado el tratamiento psicológico, si la alianza que se establece entre el paciente y el profesional es buena, funcionará.

De ahí que cada vez son más los profesionales de la salud, que conscientes de la importancia de las formas, aprenden y se esfuerzan en acompañar a su práctica clínica de las “maneras” adecuadas.