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Las subastas mueren envueltas en la paradoja

La eliminación de las subastas de medicamentos ha monopolizado el debate sanitario durante el histórico cambio de gobierno en la Junta de Andalucía. Este polémico sistema de licitación pública de fármacos morirá como nació: envuelto en la polémica, las contradicciones y la paradoja. Resulta curioso, por ejemplo, que el ahorro esgrimido por Susana Díaz produjera tan escaso beneficio en los pacientes andaluces, pues ésta ha sido la comunidad que menos dinero ha destinado a cada uno de ellos para la asistencia durante los últimos años. Las subastas son también paradójicas porque muchos de los laboratorios que las satanizaron llegaron a decir que las preferían si se imponía el llamado «cataloguiño», otro método de ahorro ideado en este caso por el PP, que finalmente no llegó a triunfar. Este partido, por cierto, amagó con implantarlas, y así lo dijo alguno de sus responsables ministeriales en varias reuniones internas. Otra contradicción grande es que mientras la Junta preconizaba la prescripción por principio activo y la dispensación de genéricos por encima de las marcas, dando cancha incluso a fabricantes asiáticos desconocidos, se dedicaba al mismo tiempo a amedrentar a los laboratorios innovadores que no llevaban su producción a Andalucía. Paradójico resulta también que las subastas mueran mientras su impulsora, María Jesús Montero, se encuentra hoy en la cúspide del poder, al frente de Hacienda.