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Todos tendremos cataratas. ¿Se pueden prevenir?

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Siempre se ha oído hablar de personas de más de 60 años que se han operado de cataratas, especialmente ancianos. Pero es un equívoco pensar que sólo se desarrollan en la edad avanzada y por unas pocas personas. Todos tendremos cataratas, aunque algunas serán más leves que otras, y entorpecerán más las actividades de nuestra vida cotidiana. De ahí que algunas precisen de intervenciones quirúrgicas y otras no.

«La catarata senil va a producirse. Todas las personas a partir de los 60 tenemos cataratas. Es un proceso que afecta al 100% de la población, y se puede reducir o retrasar la aparición con una vida sana y evitando, por ejemplo, la exposición al sol sin protección. Las cataratas siempre existen. No hay ninguna persona de 80 con el cristalino transparente», sentencia el doctor en Medicina y Cirugía y oftalmólogo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, José Antonio Gegúndez Fernández.

Para entenderlo, este experto de la Clínica Oftalmológica Ocumed, explica en primer lugar en qué consiste una catarata: «Es la opacificación del cristalino. Cualquier tipo de opacidad que aparece se le denomina catarata. El cristalino es una lente dentro del ojo cuya función es la acomodación. Enfoca objetos para ver más de cerca y de lejos».

Así, este especialista en córnea, catarata y uveítis cuenta que hay muchos tipos de opacidad del cristalino, desde leves hasta absolutas. «Todas las opacidades del cristalino son cataratas, pero se habla de éstas cuando se altera la visión de manera significativa y se les entorpece a los pacientes para sus funciones cotidianas», precisa.

En concreto, indica que la mayor parte son debidas a la anormal degeneración en el cristalino con la edad, entre el 80-90%. «El cristalino, con la edad, experimenta una serie de cambios bioquímicos que conducen a la formación de cataratas. A partir de los 60 prácticamente todas las personas tienen cierto grado de catarata, pero no todas son quirúrgicas», señala el también miembro y vocal por Madrid de la Sociedad Española de Oftalmología.

Eso sí, precisa que igualmente pueden producirse cataratas por otras muchas causas patológicas, como por ejemplo cataratas por enfermedades metabólicas como la diabetes; las producidas por fármacos como los corticoides; aquellas que se producen secundarias a otras enfermedades de los ojos como la miopía, por el glaucoma, por enfermedades de la retina; y también por intervenciones quirúrgicas sobre los ojos, que favorecen su formación.

LAS CATARATAS DESDE EL NACIMIENTO

Además, Gegúndez Fernández destaca las que son congénitas y se tienen desde el nacimiento, debidas a infecciones en el embarazo, como la toxoplasmosis o la rubeola, o aquellas que forman parte de malformaciones congénitas como el Síndrome de Down, por ejemplo. También las hay provocadas por traumatismos en los ojos, como una perforación por una contusión, un pelotazo, o por agentes físicos, como las radiaciones de rayos x, o por descargas eléctricas.

A su vez, indica que algún tipo se podría considerar ‘hereditarias’ porque no aparecen en el nacimiento, ni tampoco en la edad avanzada, sino en gente joven que no tiene otra causa conocida más que los antecedentes de los padres o de familiares de primer grado que las hayan podido desarrollar. «Hay muchas causas, pero el 80% son seniles y se relacionan con la edad, con el envejecimiento, como otras enfermedades que hay en el organismo», apostilla Gegúndez.

¿Cuándo acudir al especialista? El experto sostiene que en cuanto se perciba una alteración visual, generalmente una visión borrosa, pero sólo cuando tengan lugar las que afectan a un grado de visión «significativo» porque algunas pasan desapercibidas y no alteran la visión. «La catarata progresa de forma lenta. Nunca representa un proceso repentino», indica el oftalmólogo.

En este sentido, insiste en que a la hora de operarlas hay que individualizar cada caso, pero puntualiza que, aquellas que producen una pérdida visual, aquellas que alteran las funciones normales de la persona con su actividad cotidiana, sí son aconsejables retirarlas. «Como norma general se habla de una pérdida de visión en un ojo de un 0,4 sobre uno. Las necesidades visuales en las personas son distintas por eso hay que valorar cada caso de forma individual», defiende el especialista en cataratas.

EXCELENTES RESULTADOS EN CIRUGÍA

Así, recuerda que la cirugía de la catarata es la «más frecuente» que se practica, por lo que habitualmente se consiguen «excelentes» resultados, y que no requieren de ningún tratamiento posterior, salvo el antibiótico y un antiinflamatorio postoperatorio pero después ni rehabilitación, ni tratamiento.

«Generalmente no se reproducen porque se extraen pero lo que ocurre muchas veces es que una parte del cristalino con el tiempo también se puede opacificar y se altera la visión, pero eso tiene tratamiento en consulta con láser y no sucede en todos los casos sino en un 8 o 10% en los dos primeros años», comenta Gegúndez Fernández.

¿Cómo prevenirlas? El experto subraya que para prevenir las cataratas, en concreto las seniles, se las ha relacionado con una mayor incidencia con el alcohol y el tabaco, con una exposición directa al sol. Con respecto a las cataratas diabéticas, seguir un control adecuado de la glucemia porque favorecerá una menor progresión y evitará las que tienen lugar por enfermedades oculares.