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Un nuevo estudio en ratones abre la puerta a un envejecimiento más saludable

ENVEJECIMIENTO

De los más de 20.000 genes humanos, 37 no se encuentran en el núcleo de las células, sino en las mitocondrias, formando un pequeño genoma que heredamos de nuestras madres. Ahora, científicos han visto que variaciones en este ADN mitocondrial en combinación con el otro genoma son claves para envejecer con salud

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MADRID/EFE/NOEMÍ GÓMEZ
Jueves 07.07.2016

Los resultados se ha publicado en la revista Nature, en un artículo que firman investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares español (CNIC), las universidades españolas de Zaragoza y Santiago de Compostela y el Medical Research Council (Reino Unido).

Según este trabajo, la manera en la que el ser humano envejece puede estar determinada mucho antes de que se inicie el proceso de envejecimiento y aparezcan las primeras señales, informa el CNIC.

Tanto los humanos como los ratones tienen dos genomas, el nuclear y el mitocondrial, el cual está en las mitocondrias, unos pequeños orgánulos celulares que funcionan como factorías energéticas.

Al igual que su equivalente nuclear, en el mitocondrial hay diferencias entre una y otra persona.

Un hombre y su nieto se refrescan en la playa de la Malagueta. EFE/ Jorge Zapata

Lo que ahora han constatado en ratones los investigadores liderados por José Antonio Enríquez, del CNIC, es que variantes no patológicas del ADN mitocondrial tienen un impacto en el metabolismo y la calidad del envejecimiento.

“Este estudio desvela cómo la variación genética de solo unos pocos genes puede repercutir en la calidad con la que envejecemos”, según Enríquez, quien señala que también supone un “gran avance” para entender mejor el proceso de envejecimiento al descubrir que las diferencias no patológicas en la función mitocondrial tienen repercusiones directas en el ritmo del envejecimiento del individuo.

Enríquez detalló que las variantes genéticas del ADN mitocondrial identificadas son 90, aunque aún no saben establecer cuánto pesa cada una: entre estas 90 sabemos que está la diferencia.

La clave de esta investigación está en demostrar cómo la combinación e interacción de nuestros dos genomas (nuclear y mitocondrial) desencadena una adaptación celular que tendrá repercusiones a largo de toda nuestra vida y que determinará la calidad del envejecimiento, explica en la nota por su parte Ana Latorre-Pellicer, primera firmante de este estudio.

Los científicos han constatado que cambiando únicamente el ADN mitocondrial de los ratones se desencadenaron una serie de mecanismos adaptativos celulares en los animales jóvenes que permitieron un envejecimiento más saludable.

“Si somos capaces de explicar biológicamente los factores que nos permitan envejecer eludiendo las patologías asociadas a la edad, podremos mantener una salud duradera durante el envejecimiento”.

No obstante, hay que tener en cuenta un matiz, apunta  Enríquez, que el ambiente influye en el envejecimiento: así pues, ambiente, la genética del genoma nuclear y ahora, gracias a este trabajo, la del ADN mitocondrial son los tres elementos que condicionan cómo funciona el metabolismo del individuo.

“Cuanto mejor funcione, tendrás un envejecimiento más sano”, agrega.

Un anciano y un niño caminan por la playa de la Concha de San Sebastián. EFE/Juan Herrero

Además de en el envejecimiento, este trabajo abre nuevos horizontes en el estudio de enfermedades cardiovasculares, la diabetes o el cáncer, pero además aporta, según sus autores, “una información valiosísima” para comprender cómo se deben aplicar mejor las técnicas de reemplazamiento mitocondrial.

Se trata de una aproximación terapéutica destinada a evitar la transmisión de mutaciones patológicas a la descendencia (se reemplazan las mitocondrias con alteraciones de la madre por mitocondrias de una donante sana), popularmente conocida como “hijos de tres padres genéticos” y que ya ha sido aprobada en Reino Unido.

Este trabajo subraya que los riesgos potenciales de este procedimiento no deben ser ignorados y como en los trasplantes de órganos o transfusiones sanguíneas las donantes deben ser compatibles, concluye Enríquez.