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Francia

No se puede exagerar la importancia de la elección presidencial en Francia del próximo domingo. Está en juego la estabilidad de Europa y la viabilidad de la OTAN como alianza con Estados Unidos. En cuestión queda la participación de Francia en la Unión Europea.

Jean Marie Le Pen inventó la ultraderecha en Francia. Este señor apoyó a los nazis, siempre ha negado el holocausto, detesta, y lo dice, a judíos, negros, árabes y cualquier inmigrante que vive en Francia. Intentó cinco veces ganar la presidencia de Francia, y nunca lo logró, pero continuó esparciendo su veneno durante 30 años. No pudo ser diputado europeo por racista, y está pendiente una sanción que le aplicarán por haber amenazado a un diputado judío de meterlo a un horno. De esa calaña es este personaje. Hoy tiene más de noventa años, pero el peligro que representa persiste a través de su hija Marine Le Pen.

Marine adoptó las banderas nacionalistas de su padre, y por segunda vez, enfrenta a Emmanuel Macron en la segunda vuelta de elecciones presidenciales en Francia.

Tal vez, estimado lector, recuerde los anteriores procesos electorales franceses. Fueron hace cinco años, y también llegaron Macron y Le Pen a la segunda vuelta. Días antes de la elección, Marine Le Pen viajó a Moscú para agradecer su apoyo públicamente a Vladimir Putin, presidente de Rusia. El apoyo consistió en millones de dólares en un préstamo para su campaña, sin ninguna obligación de pagarlo. Eso fue lo de menos. Lo de más fue la campaña cibernética para respaldar su candidatura, que fue un espejo de lo que hizo el Kremlin un año antes en Estados Unidos en favor de Trump. En Francia, no fue suficiente. Macron ganó la elección con cierta comodidad.

Ahora, las cosas son distintas. Marine Le Pen decidió eliminar la parte de su campaña que estaba basada en su alianza con Putin, porque la invasión a Ucrania no ha caído bien a los franceses. Pero lo cierto es que ahora está mucho más cerca de Macron en las encuestas que hace cinco años.

Es real la posibilidad de un triunfo de la ultraderecha en Francia. Que esa ultraderecha está aliada con Putin, no es sorpresa. Ambas son filosofías autoritarias que desprecian la libertad individual. Un triunfo de Marine Le Pen significaría el fin de las sanciones a Rusia por invadir Ucrania. La Unión Europea está por votar para eliminar totalmente las compras de petróleo a Rusia, pero pospusieron la votación para después del proceso electoral francés del próximo domingo. Le Pen seguramente se negaría, y se requiere unanimidad.

EL ABSOLUTISMO

Las fuerzas del absolutismo siguen vivas. En Estados Unidos, una jueza federal nombrada por Trump invalidó la obligatoriedad del uso de cubrebocas en los transportes aéreos. Esta mujer, la juez Kathryn Kimball, fue ratificada por la mayoría republicana del Senado en la administración anterior, a pesar de ser señalada públicamente por la barra nacional de abogados, como “incapacitada para ocupar ese cargo”. Esto, mientras Shanghái, en China, vuelve al aislamiento total, mientras que de nuevo suben los contagios de Covid-19 en Estados Unidos y México, por gente que no está vacunada, ya sea por desorientada convicción personal o por falta de acceso.

La ignorancia, estimulada por la propaganda absolutista, tiende a creer en sus cuentos, y a actuar en consecuencia. Por eso hay acarreados, porque sin saber de qué se trata, si me dan una torta y un refresco, voy y voto por lo que me digan. El aprovecharse de una condición humana de vulnerabilidad para lograr metas políticas es la inmoralidad más grave que puede haber. Pero pasa en México, pasa en Venezuela, pasa en Argentina y, lo más grave, sigue pasando en Estados Unidos a pesar de que Trump fue derrotado, con todo y la campaña racista y explotadora que desencadenó, estimulando los temores de una clase social en declive, los blancos supremacistas. Sin embargo, no van a soltar el poder tan fácil. Van a pelear.

Mientras, el mundo avanza hacia el abismo climatológico. Pero no parecemos entender.