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Almodóvar lúcido y autobiográfico

Este viernes finalmente se estrena en Caracas “Dolor y gloria”, lo más reciente del realizador español Pedro Almodóvar, en una historia en la cual convierte a su actor fetiche, Antonio Banderas, en su alter ego, asumiendo el rol de un director de cine que experimentará una serie de reencuentros con aquellas personas que han marcado su vida, desde su época de juventud hasta su madurez personal y profesional. Por este rol, Banderas acaba de ganar el premio al mejor actor en el Festival de Cannes.

En el filme, el director, Salvador Mallo, que así se llama el personaje de Banderas recreando a un Almodóvar claramente autobiográfico, vive ahora su ocaso. Esta situación lo lleva a reencontrarse, a veces en persona, a veces en forma de recuerdos, con su pasado: época de deseos incipientes, su primer gran amor adulto, que terminó antes de tiempo allá por los 80; la escritura como terapia y el descubrimiento del cine, así como el vacío por la incapacidad de rodar más.

Considerada por el propio cineasta como la cinta más personal de su filmografía, en esta ocasión dos hombres son los protagonistas de una historia donde el genio manchego desnuda inquietudes e inseguridades y exorciza sus propios fantasmas personales a través de un filme sobre la creación, tanto cinematográfica como teatral, y su importancia capital en la propia vida.

Pasado y presente se fusionan en un balanceo de donde géneros, tonos y épocas se entremezclan en una película que se acerca tanto al costumbrismo de los años 60 como al estallido pop de los 80.

Antonio Banderas, en un rol que le viene como anillo al dedo, encarna con solvencia y probidad a ese realizador que, en la necesidad de narrar sus deseos, romances, relaciones familiares (sobre todo con su madre) y circunstancias que le marcaron años atrás, encuentra la forma de redimirse. Le acompañan en esta carta de amor al cine Asier Etxeandía y Leonardo Sbaraglia, así como Penélope Cruz y Julieta Serrano, en roles secundarios imprescindibles.

Como ya prefiguraba en “Julieta”, su anterior película, Almodóvar parece haber encontrado un equilibro de madurez entre sus inquietudes personales y artísticas y su eficaz empleo de las imágenes para ponerlas en escena. Es, sin duda, una de sus mejores películas, con una mirada renovada sobre los motivos que han alimentado su obra, alcanzando unos admirables niveles de complejidad y lucidez.

Aquilino José Mata/ Informe 21