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Ante el primero de Mayo de 2019

“Maduro: estamos evitando que te quemen el trasero. Estamos canalizando la ira de la gente a través de una protesta pacífica.”
Henry Ramos Allup

No fue un lapsus: fue una confesión. Una suerte de ingenua amenaza velada que daría pie a un análisis semántico: los retruécanos, hipérboles y contradicciones de un entendimiento por señas, guiños y silencios. La red sirve de puente y vehículo público de comunicación entre pandillas. Te amenazo, pero tú sabes que lo hago sólo para la galería. En el fondo, el acuerdo entre nosotros sigue y seguirá vigente hasta el fin de los tiempos. No saldrás sino cuando tú, pero sobre todo tus jefes, los cubanos, lo quieran. Mientras, yo te protejo, tú me proteges. Te garantizo tu sobrevivencia, me garantizas la mía. Entre tanto, el hombre de paja seguirá jugando su papel distractor, que lo hace maravillosamente bien. Pues hasta se lo cree. Para decírtelo con todas sus letras: en Venezuela no habrá insurrección, no habrá levantamiento popular, no habrá quiebre ni ruptura de las fuerzas armadas. Los colectivos pueden dormir tranquilo. Ustedes se irán cuando lo acordemos, nadie irá a la cárcel, nadie será juzgado. Damos vuelta la página tú y Yo, ustedes y nosotros, y aquí no ha pasado nada. La función debe continuar. Continuará.

No es un invento. Salvo que el twit del diputado y jefe supremo de Acción Democrática y Deus ex Machina, junto a Leopoldo López y Julio Borges, del diputado y presidente interino Juan Guaidó, haya sido hackeado. “Maduro: estamos evitando que te quemen el trasero. Estamos canalizando la ira de la gente a través de una protesta pacífica.” Ninguna sorpresa que poco después de ser emitido dicho insólito mensaje, que me llega enviado por otro tuitero perseguidor de fantasmas, su colega diputado e Interino in Partibus convocara a la madre de todas las marchas, la de este Primero de Mayo, burlonamente bautizado hace más de un siglo como “el día de los trabajadores”.

Digámoslo como frente a un juez de la Historia que nos conminara a decir la verdad, sólo la verdad y nada más que la verdad, directo al grano y sin irnos por las ramas: esta marcha no tiene otro fin que el declarado por Henry Ramos Allup: canalizar la ira de la manera más inofensiva, pacífica e inocua posible. No habrá un vidrio roto, una vitrina saqueada, un policía herido, tal como pedía Rómulo Betancourt a pocas horas del 23 de enero de 1958 en carta dirigida al secretario general clandestino de su partido. Había que evitar todo acto de violencia, recomendaba el prócer, que el general Pérez Jiménez estaba a punto de caramelo y toda acción vandálica o extrema podía darle alas a los enemigos de ambos: de Pérez Jiménez y de Acción Democrática. La historia se repite, pero con trágicos bemoles: ni Maduro está a punto de caer, ni Acción Democrática conduce la rebelión, ni las fuerzas armadas aspiran a liberarse del castro comunismo que los tiene aherrojados.

Esa carta, que llegó a manos de la dirección clandestina a pocos días del levantamiento militar, anduvo escondida en los zapatos del «Macho» Pérez Marcano durante la huelga general, las protestas estudiantiles, las campanadas de la Iglesia en rebeldía y la homilía de Monseñor Arias Blanco del primero de mayo de 1957. Precisamente, el día de la marcha se cumplirán 62 años del pronunciamiento más trascendente de la iglesia católica venezolana en toda su historia, una pastoral que hizo historia porque puso a la iglesia en el corazón de la rebelión venezolana. Si al «Macho» lo hubiera detenido la Seguridad Nacional y se la hubieran descubierto, posiblemente no hubiera sobrevivido como para contarme su historia. A quienes quieran conocerla, pueden encontrarla en el libro que escribiéramos a cuatro manos y que tituláramos «La invasión de Cuba a Venezuela», que no comenzó el 11 de abril del 2002, sino en los comienzos de los años sesenta, recién asaltado el poder de la república cubana por la pandilla criminal de Fidel Castro. Al frente de una revolución marxista que en Venezuela sólo fue consecuente y verdaderamente combatida por el mismo Rómulo Betancourt. Mientras toda la clase política le rendía pleitesía y le preparaba el terreno para que llevara a cabo sus siniestros propósito. Así tardara cuarenta años. De esos polvos, estos lodos.

Las diferencias entre aquellos tiempos prerevolucionaios y estos de silenciosa entrega y ominosa subordinación a la tiranía cubana, muertos todos sus protagonistas principales, son tan notables, que duele el corazón revivirlos. En esos años de gloria, no hubo gobiernos interinos, paralelos al de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Hubo una Junta Patriótica que no tenía otro objetivo que coordinar los esfuerzos, no para convivir con, sino para derrocar, derribar y expulsar la dictadura de Pérez Jiménez. Que tampoco era un tirano antipatriota, lacayo de los tiranos cubanos, ladrón y narcotraficante, sino un andino de rigurosa prosapia venezolanista Ni un devastador de nuestra Patria ni un traidor a nuestra soberanía. Venezuela era rica y próspera, pacífica y desarrollista, que no expulsaba a sus hijos, sino que abría sus brazos para recoger a los huérfanos de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Un constructor, no un destructor. Es la verdad, sólo la verdad y nada más que la verdad. Razones por las cuales el mismo Rómulo que recomendaba no propiciar levantamientos contra él, se le uniera en Octubre de 1945 para iniciar el primer gobierno semi democrático del Siglo XX.

La verdad ha sido la primera víctima de esta guerra, siguiendo la tradición ya denunciada por Esquilo en tiempos de la Grecia clásica. Así esta guerra oculte sus crímenes y retoque sus infamias. Y en un giro verdaderamente macabro por la sibilina y aviesa sabiduría de sus progenitores, haya conseguido cooptar un gobierno paralelo, que le sirve simultáneamente de parapeto defensivo como de justificación y legitimación de su sobrevivencia. Es lo que confiesa su principal progenitor, Henry Ramos Allup: “Maduro: estamos evitando que te quemen el trasero. Estamos canalizando la ira de la gente a través de una protesta pacífica.”

Nada me tranquilizaría más que leer un desmentido del propio Ramos Allup. Tanta infamia, es intolerable. Nos da por derrotados. @sangarccs

Antonio Sánchez García