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Drama de un humorista alcohólico

Con el poco convencional título de “No te preocupes, no irá lejos”, el próximo 7 de diciembre se estrena en Venezuela la más reciente película del laureado realizador estadounidense Gus Van Sant, dos veces nominado al Oscar por “Will Hunting” y “Milk” y ganador de la Palma de Oro en Cannes por “Elephant”, estelarizada por Joaquin Phoenix. Cuenta la historia real del humorista gráfico norteamericano John Callahan, aunque no centrada en su éxito o su ámbito privado, sino en su lucha contra el alcoholismo.

Callahan se quedó paralizado de la cintura para abajo en un accidente de tráfico y se vio severamente afectado en el uso de los brazos y las manos, desgracia que acentuó sus problemas con el alcohol. Solo vio la luz al final del túnel al plasmar sus neurosis en ilustraciones de humor negrísimo y, sobre todo, seguir los famosos 12 pasos de Alcohólicos Anónimos con un puñado de singulares acompañantes.

El gran valor de “No te preocupes, no irá lejos” está en el repertorio de actores, encabezados por Phoenix, considerado el histrión más camaleónico e imprevisible del cine actual.

Según los críticos, Phoenix, en el rol de Callahan, está “perfectamente odioso, irascible, decepcionado con la vida. Y aún así, su Callahan exhibe una furia que sale no se sabe de dónde y que lo impulsa a seguir adelante”. En este sentido, se puntualiza que consigue hacerlo creíble y humano.

En un registro igualmente agridulce están sus compañeros de Alcohólicos Anónimos, representados por un brillante y casi irreconocible Jonah Hill, como un afectado millonario que parece callar mucho más de lo que cuenta. En este grupo también desgranan sus penas luminarias del cine independiente como Beth Ditto, Udo Kier y Youth Kim Gordon.

En este filme, Van Sant suaviza el lado excéntrico de la historia del protagonista, pues lo que se propone es reflejar el calvario del síndrome de abstinencia y la implacable efectividad de los 12 pasos, que sigue al pie de la letra. El realizador da saltos adelante y atrás en el tiempo, mostrando a Callahan antes del accidente, durante la recuperación física, en sus momentos más bajos de adicción al alcohol y cuando está curado dando unas charlas.

Los valores de esta cinta son indiscutibles: actores impecables, el probado olfato del mejor Van Sant para el melodrama y un protagonista complejo y con múltiples matices, lo cual no es poco.

Aquilino José Mata/ EDC