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El Municipio Libertador en emergencia por la basura

El problema ha escalado a una nueva fase, en la que ha dejado de ser un asunto meramente técnico u operacional y actualmente, afecta la salud, con implicaciones en los ámbitos local, regional y nacional, alerta Juan Carlos Sánchez, ingeniero y profesor de Ingeniería Sanitaria y Desarrollo Ambiental y miembro del Panel Intergubernamental de Cambio Climático.

La amenaza de una emergencia, como consecuencia del colapso del sistema de recolección manejado por el ejecutivo municipal, se ha agravado en la gestión de Erika Farías, según el testimonio de residentes de las 22 parroquias de Libertador, ratificadas por obreros y empleados de del Sistema Urbano de Procesamiento, Recolección y Aseo de Caracas, conocido como SupraCaracas, empresa gubernamental encargada de la recolección de desechos sólidos y el aseo urbano en el área capitalina.

No obstante, Sánchez explica que a este punto crítico no se llegó en los últimos meses, sino que es el resultado de malas prácticas en cuanto a la administración y deposición de la basura que llevan años, además de un problema que pasó de coyuntural a estructural con el agravante de la escasa educación

«A este nivel de la crisis existen dos tipos de impacto; uno se ocasiona cuando la frecuencia de recolección no es la adecuada y se acumula basura en las calles, en las aceras, donde se ven bolsas de basura, esto es en sí mismo un problema sanitario mayor, porque las personas, vecinos del lugar y transeúntes, están permanentemente expuestas a la gran cantidad de bacterias, microbios y otros agentes trasmisores de enfermedades, aparte de las plagas, como cucarachas y roedores», detalla.

El también doctor en Ciencias Ambientales denuncia los «incorrectos métodos de eliminación de residuos» como otra consecuencia en la falta de recolección de basura, que en varios sitios de Caracas se prolonga hasta por tres semanas.

«La basura mientras es trasladada a los centros de acopio produce lixiviados, líquidos fétidos, pues no se cumplen los protocolos mínimos. Puede durar también semanas acumulada en un terreno, si se permite que se infiltre en el subsuelo va a contaminar las cuencas subterráneas», advierte.

Para el ambientalista otro factor que incrementa el riesgo ambiental y de salud es la desinversión en la infraestructura sanitaria en el manejo de los desechos que, a juicio de Sánchez, propicia la utilización de procedimientos que causan otros problemas.

«La basura ya recogida no se separa, pero al acopiarse se hace mal, entonces la mezcla de esos jugos de la combinación de desechos orgánicos e inorgánicos, los denominados lixiviados ruedan por la calle, quedan en el asfalto y contamina los alrededores. Al llegar a los vertederos, ya en estado avanzado de descomposión genera gas metano. El daño no es solo superficial es en toda la cadena», lamenta.

Epidemia

Al problema de salubridad urbano, que ocasiona la consabida proliferación de moscas, gusanos, ratas y el fétido olor que se desprende de las pilas de desechos en vías principales, frente a paradas de autobús, en las entradas de torres residenciales y de oficinas se suma el potencial peligro de contraer enfermedades en los trabajadores, advierte Miguel Viscuña, exdirector de Epidemiología de Salud del estado Miranda.

«La mala gestión de la basura es un problema de salud pública, que aumentó las condiciones para la aparición de de vectores de enfermedades e infecciones. Dada la crisis actual esto conllevaría no solo enfermedades gastrointestinales, sino respiratorias, por la quema de los desechos en zonas de díficil acceso, o la misma área urbana», expone.

El infectólogo hace énfasis en la necesidad de atender el problema que mantiene a «varios segmentos de la población en unos niveles de vulnerabilidad nunca vistos en los últimos 60 años». Esta debilidad que se puede constatar en la incidencia de padecimientos diarréicos en niños y adultos mayores

Otra arista, a tomar en cuenta y que denota la urgencia de declarar la emergencia sanitaria del sistema de deposición de desechos en Libertador, es el errático manejo de los que Sánchez denomina «desechos peligrosos», es decir, los residuos hospitalarios.

«Si los residuos no peligrosos representan un problema, en el caso de los desechos patológicos el riesgo es mayor. Estos se deben recoger con equipos patológicos, máquinas retroexcavadoras. Si no se dispone de una pala para recoger la basura en la avenida Andrés Bello, ¿cómo estará la situación en los desechos de hospitales como el Domingo Luciani, el Vargas, o el Clínico Universitario, que son transferidos a La Victoria y Tejerías en el estado Aragua para ser incineradores? ¿Cómo saber si se cumplen estos protocolos?», cuestiona.

Colapso.

De toda el Área Metropolitana de Caracas, el municipio Libertador es en donde se producen la mayor cantidad de desperdicios mensualmente, alrededor de 50%, de acuerdo a cifras de la ONG Vitalis. Un promedio de 2.000 toneladas diarias, casi el doble del municipio Sucre, el segundo en la lista y que genera 1.000 toneladas por día.

Estas cifras que desde 2015 no son actualizadas por organismo gubernamental alguno, como el Instituto Nacional de Estadística revelaban desde hace al menos una década que la capacidad de recolección sería rebasada, si no se corregían las fallas a tiempo, mismas que actualmente se han maximizado y se evidencia en la falta de vehículos, equipos, materiales e insumos indispensables para las labores de aseo urbano, como exponen obreros de Supra que pidieron mantener su nombre a resguardo por temor a perder el empleo, en el que tiene cinco años.

«La mayoría de los camiones están parados por falta de repuestos o reparación. A los que no les falta la batería, tiene los cauchos lisos, a los que no ya cumplieron el tiempo de vida útil, trabajamos con muy poco», revela otro de los trabajadores, que integra un grupo que ha expresado las demandas a la gerencia y a Erika Farías, alcaldesa del municipio Libertador.

Los operadores insisten en que con la gestión de Farías el problema se ha agravado, pese a las millonarias y reiteradas trasferencias de fondos, vía créditos adicionales que han sido aprobados para la basura, como los Bs. 5.918.143,99 entregados en el primer año de gestión, develó el dirigente vecinal Carlos Julio Rojas, coordinador del Frente en Defensa del Norte de Caracas.

Las continuas transferencias de dinero, aprobadas por la mayoría oficialista en la Cámara municipal tampoco se ven reflejadas en mejoras salariales para los 400 trabajadores de Supra, quienes señalan una precarización de las condiciones laborales, que ha generado la disminución de la nómina por emigración.

«Nos quitaron los bonos nocturnos, desde hace dos años nos empezaron a dar unas cajas de comida una vez al mes, pero ya no nos las entregan tan seguido, ahora esperamos dos meses y viene incompleta», revelan los operarios, que agregan que los dos aumentos de salario mínimo no se han cumplido.

Parálisis

En un patio administrado por Supra, localizado en La Yaguara, se puede ver una fila de más de 50 camiones parados, en plena hora laboral. Los vehículos sucios y oxidados, muestran una imagen de abandono que contrasta con la que se vio en octubre pasado cuando la alcaldesa entregó 19 compactadoras destinadas a “mejorar los tiempos de recolección”.

Residentes de San Bernardino, Cotiza, La Pastora, Lídice, El Valle, El Recreo, Montalbán, Antímano, La Candelaria y San Agustín rechazaron que en este período no haya mejorado la deposición.

«Cuando empezó Supra el horario era entre las 6:00 pm y las 8:00 pm, iban por zona, uno ya sabía cuándo pasaba el camión y se organizaba, ahora pueden pasar hasta 15 días sin que los recojan», reprochó Ilse Ríos, habitante del edificio Don Pedro, ubicado al lado de la estación del Metro El Valle, parroquia en la que se ven hileras de bolsas de basura en calles y avenidas.

Ríos añade que debido a los altos costos cada vez es más dificil comprar las bolsas de basura, por lo que los operadores del sistema de aseo deben recoger los residuos directamente con la mano en la mayoría de los casos.

Fuente: 2001 / EKB