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Escuelas, clubes y hornillos para frenar la violencia contra las mujeres en África

En Uganda, la guerra civil entre 1980 y 1986 dejó fuertes cicatrices en la población local, especialmente en las mujeres, que «tuvieron que hacerse cargo de todo» para sacar adelante a sus familias, según explicó en una charla en Roma la especialista de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) Beatrice Okello.

Alrededor de la mitad de las ugandesas sufren violencia física y son frecuentes los matrimonios de niñas como si fueran «mercancía», apuntó Okello, que vinculó esos problemas con la baja productividad de la agricultura y los reducidos ingresos, que llevan a numerosos hogares a pasar hambre, incrementándose la «agresividad» en niños y adultos.

Para prevenirlo, la experta detalló que han implementado un programa con otras agencias de la ONU en el país con vistas a «reducir la tolerancia hacia la violencia de género a través de las escuelas de campo para los agricultores».

Allí los productores aprenden mejores técnicas de gestión de recursos y de producción agrícola y ganadera, al tiempo que les enseñan a respetar más a las mujeres y tomar decisiones de manera conjunta en el hogar.

Los clubes Dimitra, por su parte, son grupos de hombres, mujeres y jóvenes (mezclados o no) que se reúnen regularmente para abordar los problemas de la comunidad y buscar soluciones, indicó el coordinador de esa iniciativa en el oeste de África, Ali Abdoulaye.

Existen unos 3.000 de estos clubes en África subsahariana, donde se ha pasado a dialogar también sobre la violencia contra las mujeres, algo que «muchas veces no se reconoce como tal», como en el caso de los matrimonios precoces o forzados de chicas, según Abdoulaye.

Abdoulaye subrayó que en algunas aldeas de Níger o Malí esas reuniones han contribuido a impulsar la escolarización de todos los menores, una «decisión que sale de las propias comunidades» para evitar que las niñas abandonen los estudios antes de tiempo.

En el noreste de Nigeria, sumido en una grave crisis humanitaria por la violencia de Boko Haram, la FAO ha distribuido unos 2.500 hornillos eficientes para reducir el consumo de leña, material que recogen sobre todo niños y mujeres para cocinar en los campos de desplazados.

Tardan horas en ir y volver de los bosques, unos trayectos en los que las mujeres se arriesgan a ser violadas, por lo que se están estudiando otras alternativas energéticas para protegerlas, dijo el especialista de la agencia Florent Eveillé.

EFE / EKB