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Hausmann no es Trump

EN EL DECAÍDO Y MENESTEROSO DEBATE: Al fin surge una idea sensata, con visión de Estado, en el decaído y menesteroso debate político venezolano: El día D para Venezuela de Ricardo Hausmann.
El director del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard y asesor económico de decenas de países en el mundo entero ha levantado un argumento con el que se puede estar o no de acuerdo, pero que el sólo hecho de su planteamiento muestra las dimensiones apocalípticas de la crisis que padece Venezuela.
¿Una alianza militar regional para salvar a los venezolanos?

EL APOYO QUE FALTA
Antes aclaro que he sido y soy un activista convencido de la lucha noviolenta para salir de las dictaduras, en ese sentido he formado –y sigo haciéndolo– a decenas de miles de jóvenes venezolanos para que luchemos contra la tiranía chavista y nos liberemos de ella través de su metodología.
Marchas, huelgas, talleres, protestas, pintas, conciertos, plantones, videos, movilizaciones de todo tipo, votaciones, poemas, canciones, mítines, caminatas, artículos, libros y videos para desafiar a la dictadura y arrinconarla, como está. La lección de resistencia y fuerza moral que hemos dado ha sido reconocida en el mundo entero.
Sólo ha faltado algo: el apoyo militar.

SIN SOBRESALTOS NI HISTERIAS
No soy guerrerista, nunca lo he sido, y considero que el artículo de Hausmann tampoco lo es. Si se lee bien, sin sobresaltos ni histerias, es lo más sensato y humanitario que se ha pronunciado últimamente en el desvencijado debate político venezolano, la opción menos traumática y menos violenta con que contamos los venezolanos para liberarnos del cruel e inhumano despotismo chavista. La mortandad por hambre, enfermedad y violencia criminal y política que ha impuesto el chavismo es mucho peor y más dramática que ninguna guerra; pero –insisto– no es una guerra lo que se aspira, todo lo contrario, la intención es evitarla con apoyo de una alianza militar regional.
No ha habido ni habrá lucha noviolenta exitosa contra una dictadura que no haya sido escoltada por una fuerza militar nacional o extranjera. Parece contradictorio pero no lo es: para evitar la violencia y la mortandad, hace falta que los gerentes de la violencia (los militares) participen junto a los pueblos en la anhelada liberación nacional. En Venezuela, la cúpula militar es el narcotráfico, no contamos con ella.
Sólo una alianza militar regional los persuadirá a negociar y parar, sus subalternos se rebelarán contra ellos antes de que ocurra un enfrentamiento.

HAUSMANN NO ES TRUMP
La lógica con que Hausmann articula su propuesta es, ante todo, profundamente humana, surge de su genuino desconsuelo ante la catastrófica realidad que sufre el pueblo venezolano que es arrasado criminalmente por una manada de cínicos narcotraficantes. Hausmann no es Trump, todo lo contrario, es absolutamente racional y sensible en su planteamiento. No quiere una catástrofe, aspira con todo su ser terminarla.
Los detractores de Hausmann –que son una minoría– aunque están de acuerdo con su diagnóstico: Venezuela está siendo exterminada por una siniestra dictadura de narcotraficantes, han manifestado su discrepancia con la propuesta porque llama a crear una alianza militar regional. Esta discrepancia es miope, no ve lo infalible: que ya sea para liberarnos del chavismo o sea para erradicar el narcotráfico instalado en el país, tarde o temprano necesitaremos una estratégica alianza militar regional.
Tarde o temprano. Es indubitable.

LA FUERZA MILITAR
Afortunadamente para la humanidad el uso de la fuerza militar entre los Estados cada día requiere de más consenso internacional, lo cual evita lo que en el pasado era una tara: invasiones o guerras tan desafortunadas como constantes. Sin embargo, ello no significa que la fuerza militar deje de utilizarse cuando sea urgente o humanitaria, como en Venezuela, al menos para lograr unas elecciones transparentes, justas y libres (no medianamente justas como señala algún mendigante por ahí), que permita que hablen los votos y no las balas.
La tesis –que ya había sido expuesta por Juan Carlos Sosa y otros– no por ser sensata, y hasta urgente, pareciera viable, su ejecución es complejísima, sobre todo si no hay movilización social y política en las calles de Venezuela, si el pueblo no se organiza y protesta masivamente contra el estado de las cosas.
Quizá por esa misma complejidad, en un acto de singular lucidez y necesidad, Hausmann acertadamente abre el debate.

LA REBELIÓN POPULAR TOTAL
Mi participación en el debate será elemental, reiteraré algo que he venido escribiendo: para lograr el día D se necesita una gran movilización nacional, una rebelión popular total, en la que todos los venezolanos de todas las regiones y pueblos, ciudades y estados, ocupemos alcaldías, gobernaciones, guarniciones militares, poderes públicos (tribunales, asambleas, fiscalías), La Casona y Miraflores. Todos.
Ese día y los tiempos que transcurran a la liberación, cuando intentemos refundar la democracia, como país, como Estado, necesitaremos alianzas políticas y militares para combatir los rezagos del apestoso chavismo.
¿No sería lo más oportuno ir adelantando esa urgencia estratégica como expone Hausmann?
No esperemos. @tovarr
Gustavo Tovar-Arroyo