Los tres candidatos con opciones a la presidencia de la CDU son la actual secretaria general del partido, Annegret Kramp-Karrenbauer, el expresidente del grupo parlamentario Friedrich Merz, y el ministro de Sanidad, Jens Spahn.
De los tres candidatos Kramp-Karrenbauer, conocida como AKK dentro del partido, es la más cercana a Merkel, mientras que Merz y Spahn son considerados como representantes del ala más conservadora del partido y como opciones para los críticos de la canciller.
Merz ha estado una década alejado de la política y trabajando en el sector privado.
En 2002 fue relevado de la presidencia del grupo parlamentario por Merkel, que optó en ese momento por unificar ese cargo con el de la presidencia del partido.
Una de las cosas que más se recuerda de Merz es su propuesta de simplificar el sistema fiscal, que se expresaba en la fórmula de que había que lograr que una declaración de impuestos cupiera en el espacio de un posavasos de cerveza.
Merz es considerado como el candidato por excelencia de los conservadores de la CDU, lo que le resta posibilidades a Spahn, que también representa esa ala del partido.
Además, Merz -visto por muchos como neoliberal aunque él rechaza esa denominación- cuenta con el apoyo del ala empresarial del partido.
Kramp-Karrenbauer fue elegida secretaria general a propuesta de Merkel y es considerada como una apuesta por la continuidad en muchos aspectos.
Mientras que Merz y Spahn ya han hablado públicamente sobre su candidatura Kramp-Karrenbauer ha anunciado, a través de twitter, que lo hará la próxima semana.
Merkel proyecta agotar la legislatura como canciller hasta 2021 pese a no presentarse a la reelección como presidenta de la CDU en diciembre.
Muchos consideran que el plan de terminar la legislatura sería de difícil cumplimiento si Merz es elegido presidente de la CDU.
No obstante, en su primera comparecencia pública tras conocerse su candidatura, Merz dijo que estaba dispuesto a trabajar conjuntamente con Merkel en los próximos años y que el partido necesitaba renovación pero no una revolución.
EFE/ FR
