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La dictadura, Zapatero y Ramos Allup

El significado de declarar persona non grata al político socialista español José Luis Rodríguez Zapatero por el parlamento venezolano – el único electo y legítimado por el pueblo, obligado a convivir en un mismo lugar con el parapeto que el dictador Nicolás Maduro se sacara de la manga bajo el falaz predicamento de ser “constituyente” – trascendía con mucho el simbolismo del expediente.

Fue una declaración metafórica – Zapatero no es diplomático, único caso en que la figura se ejerce y tiene sentido – sin otra intención que hacerle ver a él, a su partido, al gobierno que preside uno de sus compañeros, el Sr. Pedro Sánchez, a la Internacional Socialista, que representa a todos los socialistas de su misma calaña, a la que pertenecen todos los socialdemócratas venezolanos que rechazaran la propuesta, y a la comunidad internacional, que la mayoría de las fuerzas democráticas venezolanas que aún sobreviven y están en esta extraña forma de cuasi libertad y cuasi prisión en que nos ha convertido esta “cuasi dictadura”, repudia su presencia en nuestro país y el papel que cumple: servir de alchueta y correveydile del dictador con quienes se le subordinan, montar un parapeto de legitimación mediante mesas de diálogos sin otra expectativa que dilatar toda decisión de repudiarlo ante el resto del país, América Latina y el mundo y sobre todo, es su función esencial, legitimar el sometimiento y la obediencia de quienes son cuasi opositores. Quienes, comandados por el secretario general del partido Acción Democrática – es un decir, pues en realidad es el capataz y propietario de la franquicia -, el abogado Henry Ramos Allup, apuestan a una convivencia y subordinación pacífica con la dictadura, con la que colaboran y esperan heredar cuando lo dicten las circunstancias.

Declarar persona non grata al ex presidente español Rodríguez Zapatero, quien fuera el portavalijas del Rey al momento en que éste, en un acto de alta soberanía política, mandara a callar a quien fuera el amo y señor de Maduro, el teniente coronel golpista Hugo Chávez, implicaba algo mucho más importante que expresarle al turbio buitre de la baja política española – llegó al poder gracias a un atentado terrorista, de manera casi tan ominosa como ha llegado su sucesor Pedro Sánchez – el desprecio y el repudio que siente por él la sociedad democrática venezolana. Vale decir: por lo menos un 85% de la población que aún se resiste a huir de esta pesadilla que él convalida cada tantos meses con el mismo expediente: acercarlo a los colaboracionistas del socialdemocratismo venezolano. Un repudio tan masivo y manifiesto que si él no fuera el inmoral, corrupto y vil negociante busca fortunas que es, jamás hubiera aceptado asumir el ruin negocio que hoy lo enriquece en moneda fuerte: servir de lameculos y alcahuete de un tirano y de su tiranía.

Declararlo persona non grata significaba, una vez identificado Zapatero con el tirano y su tiranía, declarar non grato al Gobierno y su régimen, incluida la maquinaria castrocomunista, alcahueta y seudo progresista nacional e internacional que no termina o se niega a comprender que no es mediante el avieso expediente del diálogo representado por Zapatero que el pueblo venezolano alcanzará la libertad y volverá a ser el dueño de sus destinos.

Significaba reconocer oficialmente la naturaleza tiránica de un régimen castrocomunista dispuesto a devastar el territorio y exterminar a su población mediante el virtual genocidio que hoy implmenta antes que dejar el Poder, hoy por hoy absolutament al servicio de la sobrevivencia de la tiranía cubana.

Significaba, en estricto rigor, apostar por el único expediente capaz de desalojar esta tiranía: unir a las fuerzas, promover un gran movimiento popular de rechazo al régimen, tomarse las calles y respaldar una intervención humanitaria para detener este genocidio y devolverle al pueblo venezolano el pleno goce, disfrute y ejercio del Estado de Derecho.

Tal como lo han expresado sin ambages y categóricamente Donal Traump, presidente de los Estado Unidos, y Jair Bolsonaro, recién electo presidente del Brasil. Y junto a los cuales, llegada la circunstancia, resulta previsible imaginar la actuación de Iván Duque, presidente de Colombia. Y el respaldo de los gobiernos de Chile y Argentina. Todos ellos en perfecta concordancia con Luis Almagro, Secretario General de la Organización de Estados Américanos, OEA. A quien no le ha temblado el pulso a la hora de denunciar al genocida y demandar la inervención humanitaria, “por todos los medios necesarios”. Mayor legitimación, imposible.

Como puede comprobarse, declarar persona non grata a Zapatero, ese oscuro personaje renacentista español de baja estofa, trascendía con mucho su fantasmagórica y funambulesca, patética y lamentable figura: significaba la disposición a declararle finalmente la guerra o seguir conviviendo con el tirano. Oponerse o tolerarlo. Rechazarlo o reconocerlo. El resultado obtenido – desenmascarar el verdadero talante y los verdaderos intereses de los políticos y partidos que participan del único parlamento venezolano legítimo – constituye la más ecuánime y perfecta radiografía de lo que un uso irresponsable del lenguaje llama, considerada de bulto, como “oposición”.

Por continuar bajo la bota de Vladimir Padrino y a los pies de Nicolás Maduro se declararon dispuestos 43 diputados, un día electos por quienes hoy no les reconocen representatividad alguna. Por rechazar todo diálogo oxigenante del tirano, se declararon 53 diputados. Miente, como siempre lo ha hecho pues esa es la función de uno de los mantenidos de Ramos Allup, el diputado Edgar Zambrano cuando afirma con su cara tan lavada que dicho resultado “no representa una derrota ni una victoria para nadie”.

Fue una derrota concluyente para quienes no se avergüenzan de portar la máscara defensora de la tiranía como si no fuera más que “una mala e incompleta democracia”, como los hacen las dirigencias de Acción Democrática, su partido. Y sus partidos hermanos, UNT y AP.

Fue una derrota para quien maneja las sesiones de la Asamblea Nacional como si fuera la peonado de su hacienda – Henry Ramos Allup –; fue una derrota de los serviles sigüises de Zapatero y Maduro, Timoteo Zambrano, Enrique Márquez, Omar Barboza y el resto de diputados de Un Nuevo Tiempo, con la digna y muy valerosa excepción de Delsa Solórzano, que plenamente consciente de lo que estaba en juego, decidió, respetando y defendiendo su pertenencia a UNT, abstenerse; fue una derrota de los colaboracionistas y tartufos de siempre, ese chavismo travestido que a la cola de Henri Falcón, extiende sus gusaneras hasta los faldones de más de un candidato a presidente de la república; fue una derrota para esos cuarenta y tres diputados cuyos nombres ya recorren las redes. Y que difícilmente podrán ser olvidados, pues como bien decía el gran poeta Jorge Luis Borges, “ no hay más perdón que el olvido”.

Y fue una importantísima, suprema y soberana victoria para quienes, zafándose de las presiones, el chantaje unitario y la prepotencia hamponil de quien ha controlado la asamblea con sus amenazas, componendas y contubernios, decidieron declarar a Zapatero y sus valedores “persona non grata” de la futura democracia venezolana.

Como lo expresara el diputado Richard Blanco, del partido ABP liderado por Antonio Ledezma: “Entendemos que Zapatero es un agente del régimen de Nicolás Maduro, de manera tal que por eso se procedió a la votación que dio como resultado 53 votos nominales a favor del acuerdo por parte de los partidos Voluntad Popular, Causa R, Primero Justicia, Alianza al Bravo Pueblo, la fracción 16 de julio, el diputado Hernán Alemán (AD) y el voto salvado de la diputada Delsa Solórzano (UNT), a quien le negaron su argumentación ante la plenaria”.

Se equivoca una vez más el adeco Edgar Zambrano: hubo ganadores. Los protagonistas de la mayor y más clara ruptura habida tras dieciocho años de chavismo en el seno opositor. Ya sabe el país quién es quién. Los nombres de unos y otros no serán olvidados. @sangarccs
Antonio Sánchez García
Para Teresa Albanes