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La explosión de la MUD

Pareciera que la Mesa de la Unidad Democrática llegó a su fin. Así lo indican las declaraciones de los líderes de sus partidos integrantes y las decisiones que, desde ya, comienzan a tomar e informar públicamente. Duró demasiado para las características de sus integrantes y para las diferencias existentes en su seno, derivadas más de las apetencias personales de grupos e individuos que de diferencias importantes entre sus programas de gobierno. Los herederos de Acción Democrática y COPEI mantuvieron siempre dentro de la MUD una línea divisoria entre sus grupos respectivos, que delimitaría dos bandos: los socialdemócratas con AD a la cabeza y los socialcristianos con Primero Justicia como fuerza mayoritaria. A esta primera diferencia se agregarían las especificidades de cada partido y de sus principales dirigentes, las ambiciones existentes y las diferentes concepciones de las vías para la toma del poder político.
Las conductas de los dirigentes de la MUD y sus partidos se han balanceado, a lo largo del tiempo, desde las típicamente electorales hasta las golpistas e insurreccionales, caracterizadas por un inmediatismo voluntarista, que ha marcado muy negativamente las luchas opositoras, al sólo cultivar fracasos a lo largo de estos 19 años de gobiernos chavecistas. El enfrentamiento de quienes centran su acción en ganar paulatinamente un mayor número de espacios de gobierno, versus aquéllos que buscan atajos violentos en forma irresponsable es expresión de lo dicho y ha determinado el escenario político venezolano. El paro general empresarial de 2001, el golpe de 2002, el paro y sabotaje petrolero de 2002-2003, la abstención electoral de 2005, las guarimbas de 2014 y 2017, son ejemplos de estos múltiples atajos.
La Mesa se ha debatido entre esta línea que pretende asaltar el poder sin tener con qué, en la cual se han destacado las organizaciones de María Corina Machado y de Leopoldo López, y quienes quieren una acción electoral lo más tranquila posible, aderezada de vez en cuando con alguna movilización de calle: AD, AP y UNT. El chantaje de los grupos más radicales se ha hecho sentir siempre y ha arrastrado al conjunto en la búsqueda de salidas violentas, desde el golpe hasta la invasión extranjera, pasando por la insurgencia popular, y clausurando las vías electorales. Estamos en un momento donde es fácil apreciar este comportamiento. Ya Voluntad Popular y María Corina volvieron a cerrar la vía electoral, al plantear que no participarán en las elecciones de alcaldes.
El Gobierno, que se sabe electoralmente minoritario, ha estimulado estas diferencias para acelerar la división. La derrota electoral de la MUD, ocasionada por la abstención de 2,2 millones de sus votantes, que castigaron su irresponsable generación de caos por 4 meses, y la obligación de los gobernadores electos de juramentarse ante la ANC, fueron demasiado para quienes estaban divididos de hecho. Ya divididos, el Gobierno se prepara para rematar la operación efectuando ya las elecciones que faltan y preparando las presidenciales para seguir 6 años más en el poder. Mientras, el resto se abstiene, deshoja la margarita, se lamenta, llora, maldice, hace chistes y huye, como si estas conductas pudieran producir cambios.
Luis Fuenmayor Toro